Buscando referencias sobre la historia del cacao en Venezuela, me consigo con una hipótesis que indica que el cacao que cultivaron los Mayas y los Aztecas en los siglos XIV y XV vino de plantas procedentes de la selva húmeda amazónica de Suramérica. Por ello a la región donde se encuentran las cabeceras del río Amazonas se le conoce como la cuna genética de esta planta.
Según este mismo estudio, el cacao se introdujo en Venezuela en 1750 a partir de semillas de Centroamérica y México, aunque otros estudios reseñan la presencia de la planta en la región zuliana, ya en 1500.
En 1812 Venezuela era el mayor productor mundial de cacao que en ese momento tuvo una importancia similar a la que ha tenido el petróleo en los últimos 50 años. A principio del siglo XIX y a pesar de la guerra de independencia no se impactaron la producción y las exportaciones. Desde entonces y durante todo el siglo XX y hasta el presente, la producción venezolana se ha mantenido en torno a unas 15 mil toneladas métricas al año, lo que ha llevado el aporte de la producción y comercialización del cacao venezolano a niveles de poco impacto mundial, aunque no ha sucedido lo mismo con la fama de la calidad de nuestra variante “Criollo”.
Las regiones tradicionales de cultivo de cacao en Venezuela, se extienden en una franja que atraviesa todo el país desde el norte de Mérida y el sur del lago de Maracaibo hasta el estado Sucre, pasando por toda la costa del centro. En Mérida, en el Zulia, en Choroní y en Ocumare se produce el tipo “Criollo” (el de mayor calidad y mayores riesgos) y en La Guaira, Careno, Carúpano y Río Caribe se produce el tipo “Trinitario” (de muy buena calidad y menores riesgos).
En los últimos años la producción de Venezuela ha decaído. La edad promedio de los cultivadores venezolanos es de 65 años y aún no se cuenta con una generación de relevo. El área cultivada por productor es muy pequeña y la productividad asociada con las pobres técnicas agrícolas del país sólo es la tercera parte de la productividad de los grandes productores mundiales. Finalmente, los problemas de invasión de tierras han desincentivado la inversión en este cultivo y, en consecuencia, el futuro del cacao venezolano no es muy alentador a pesar de la buena fama ganada por su extraordinaria calidad.
Según este mismo estudio, el cacao se introdujo en Venezuela en 1750 a partir de semillas de Centroamérica y México, aunque otros estudios reseñan la presencia de la planta en la región zuliana, ya en 1500.
En 1812 Venezuela era el mayor productor mundial de cacao que en ese momento tuvo una importancia similar a la que ha tenido el petróleo en los últimos 50 años. A principio del siglo XIX y a pesar de la guerra de independencia no se impactaron la producción y las exportaciones. Desde entonces y durante todo el siglo XX y hasta el presente, la producción venezolana se ha mantenido en torno a unas 15 mil toneladas métricas al año, lo que ha llevado el aporte de la producción y comercialización del cacao venezolano a niveles de poco impacto mundial, aunque no ha sucedido lo mismo con la fama de la calidad de nuestra variante “Criollo”.
Las regiones tradicionales de cultivo de cacao en Venezuela, se extienden en una franja que atraviesa todo el país desde el norte de Mérida y el sur del lago de Maracaibo hasta el estado Sucre, pasando por toda la costa del centro. En Mérida, en el Zulia, en Choroní y en Ocumare se produce el tipo “Criollo” (el de mayor calidad y mayores riesgos) y en La Guaira, Careno, Carúpano y Río Caribe se produce el tipo “Trinitario” (de muy buena calidad y menores riesgos).
En los últimos años la producción de Venezuela ha decaído. La edad promedio de los cultivadores venezolanos es de 65 años y aún no se cuenta con una generación de relevo. El área cultivada por productor es muy pequeña y la productividad asociada con las pobres técnicas agrícolas del país sólo es la tercera parte de la productividad de los grandes productores mundiales. Finalmente, los problemas de invasión de tierras han desincentivado la inversión en este cultivo y, en consecuencia, el futuro del cacao venezolano no es muy alentador a pesar de la buena fama ganada por su extraordinaria calidad.
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