viernes, 29 de abril de 2016

¿Cuánto aumento se decretará el 1° de mayo?


En más de veinte ocasiones previas he comentado acá sobre el comportamiento de la inflación en Venezuela. Hasta finales de 2014, consultaba la web del Banco Central de Venezuela (BCV) y luego de sumar, promediar, comparar y graficar, presentaba mis proyecciones, conclusiones y comentarios.

Hasta 2013 nos habíamos habituado a una inflación en torno al 20-25% anual y aunque sin duda era un porcentaje muy alto al compararlo con el resto del mundo, las compensaciones salariales lograban un cierto balance. Pero la inflación de 2014 rozó el 70% y, el año pasado, superó el 180%. El estatismo está perdiendo el control.

En 2015 no se publicaron las estadísticas. Las recibimos incompletas a comienzos de este año. Tampoco en lo que va de este año, nos han mostrado la historia oficial. Estas omisiones voluntarias del BCV están sembrando dudas razonables sobre las intenciones y la calidad de sus datos y, en consecuencia, lo que tantas veces fue un trabajo hasta obsesivo por medir el poder de compra y las escalas salariales del país, ha dado paso a la especulación, la incertidumbre y el sentir que esperar por estas cifras es una pérdida de tiempo. Llegan demasiado tarde para ser de utilidad.

Otros indicadores no oficiales han ganado popularidad. Los del CENDAS y hasta algunos tragicómicos como “Huevo Today”, se están usando para saber cuánto crecen los precios. Por mi observación personal, estimo que los precios de alimentación han crecido cerca de 500% en estos doce meses, periodo en que los salarios sólo se han duplicado. Pero siguiendo la historia que del 2015 nos vendió el BCV, la inflación anualizada podría estar pasando de 220% al cierre de este mes de abril.

Por estos días se suelen decretar dos de los varios aumentos de salario mínimo del año. Por norma reciente, uno entra en vigencia de inmediato y otros hacia el final del año. Hasta 2014, el salario mínimo se venía indexando a la inflación, sin embargo, el año pasado sólo se recuperó cerca la mitad de ésta, aunque se compensó una parte de la diferencia con el aumento a los tickets para alimentación.

Por eso, siguiendo la tradición de la política salarial de este gobierno, el mínimo que arrancó el 2015 en Bs. 9.650 podría terminar el año cerca de 20 mil Bolívares y los tickets, que empezaron cerca de Bs. 7.000 (y ya están en Bs. 13.500), subirían hasta 27 mil Bs.

Si el gobierno asegura la disponibilidad presupuestaria a pesar de todas las dificultades económicas que él mismo ha generado (y que sigue alimentando día tras día), pareciera que decretará un aumento de 30% al salario mínimo desde mayo, para llevarlo a 15 mil Bolívares y otro 30% en octubre, para despedir 2016 en torno a los 20 mil.

Por su parte, también desde mayo decretaría un aumento a los tickets a 4 unidades tributarias (UT) diarias o Bs. 21.240 mensuales (pagaderos desde junio) y a 5 UT o Bs. 26.550 desde algún mes de final de año.

A pesar de la pobreza de las estadísticas oficiales, de la caída de los precios del petróleo y de una devaluación brutal y sostenida del SIMADI, esta es una hipótesis revestida por un alto margen de error pero que presento a partir del análisis de la conducta del gobierno en los años recientes.


Me despido con un lugar común: aumentar la liquidez y la demanda mientras que la producción y las importaciones siguen disminuyendo, sólo seguirá agravando la más terrible crisis económica de Venezuela de las últimas décadas.

martes, 19 de abril de 2016

Viajemos hasta 1810

Carlos IV, Fernando VII, Napoleón Bonaparte, José Bonaparte, Vicente Emparan, Juan Germán Roscio, Francisco de Miranda y Martín Tovar Ponte

Viajemos hasta 1810. La Capitanía General de Venezuela cumplía 33 años, la Real Audiencia de Caracas 23 y el Consulado de Caracas 13. Es decir, que una descentralización del poder monárquico y una relativa independencia del Virreinato de Nueva Granada sumaban, como muchas, tres décadas que serían suficientes para dar paso al nacimiento de un nuevo país.

En 1799, Napoleón se había hecho con el control de Francia para evitar la restauración de la monarquía luego de la revolución francesa de 1789 y, atravesando España para combatir a Portugal, la atacó dando origen a la guerra de independencia española que desalojó provisionalmente a la monarquía, con Fernando VII a la cabeza, entre 1808 y 1813.

Carlos IV, el padre de Fernando VII, había abdicado en marzo de 1808 alegando problemas de salud (mucho tuvo que ver la presión popular en su contra). Fernando VII asumió el trono a la edad de 24 años pero a los 3 meses, en mayo, fue apresado por las fuerzas de Napoleón y recluido en Valencey (en Francia) hasta 1813 (se habla de arreglo de Fernando VII con Napoleón). A pesar de su reclusión, del control de Napoleón y del nombramiento de su hermano José como rey de España, todas las instancias de la monarquía española que se mantenían en pie de lucha, reconocían en Fernando VII a su único rey.

Por su parte, en 1810, el Capitán General de Venezuela era Vicente Emparan, un vasco de 63 años que luego de una extensa carrera naval pasó a ejercer cargos de gobierno para la corona española, primero como gobernador de Panamá entre 1789 y 1792 y, luego, como gobernador de Cumaná, con reconocido desempeño, entre 1792 y 1804 cuando regresó a España.

Precisamente, en mayo de 1808, Napoleón había logrado el control de Madrid y le ofrece a Emparan la Capitanía de Venezuela. Éste no aceptó el encargo y se trasladó a Sevilla, donde la Junta Suprema Central defendía los derechos de Fernando VII y le nombró Capitán de Venezuela.

Aceptando el nombramiento, Emparan dejó claro su apoyo a Fernando VII y partió a Venezuela inmediatamente para recibir el cargo de manos de Juan de Casas y Barrera que lo ostentaba desde 1807. En 1808, éste último había recibido a representantes franceses de José Bonaparte que venían exigiendo reconocimiento pero inmediatamente, un navío inglés trajo noticias de la resistencia española que alimentaban las esperanzas de la restitución de Fernando VII.

En general, la población venezolana y, más influyente aun, el poder económico, se mostraba leal a España y enfrentado a la Francia Napoleónica. Juan de Casas había tenido no pocos desencuentros con los mantuanos que le exigían que formara una junta como las españolas (que gobernaban en representación del apresado Fernando VII) y que se relajaran ciertos controles para el comercio pero éste no aceptó por temor a perder el control de la Capitanía.

Los mantuanos venían acumulando malestares por la dificultad que las guerras imponían al comercio y por los injustos controles a las exportaciones que imponía la corona y en este entorno tan inestable, Francisco de Miranda desde el extranjero y bastante alejado de la cotidianidad venezolana, arengaba por la independencia total. Los mantuanos más viejos aspiraban mayor independencia pero a través de la formación de juntas de gobierno a la española y, los más jóvenes, hijos de los mantuanos y que usaban la cuadra Bolívar como lugar de encuentro, ya discutían  las primeras ideas de auto-gobierno aunque seguían declarándose fieles a Fernando VII.

Las noticias volaban en todas las direcciones y al interior de la Capitanía se rechazaba cualquier fractura a la lealtad a Fernando VII, ni siquiera se apoyaba la creación de una nueva junta porque podía ser el germen de la independencia que se rechazaba por costumbre y ya tres siglos de status quo.

El 29 de enero de 1810 la Junta Suprema Central de España se disuelve para dar paso al Consejo de Regencia que tuvo como misión la organización de las cortes constituyentes que acabarían por redactar la primera constitución de España. Mientras tanto, en América, las juntas de gobierno que se venían constituyendo en respuesta a la dominación napoleónica, se mostraban leales a la persona de Fernando VII pero opuestas al gobierno de la Regencia o al de Francia. Las ideas liberales y republicanas, tanto de la revolución francesa como de la independencia de Estados Unidos, ya preñaban varias mentas de las juntas americanas.

El cabildo era una institución citadina predominantemente formada por criollos elegidos por los vecinos. Gozaba de atribuciones administrativas, judiciales y políticas para ocuparse de los temas locales de los habitantes de cada ciudad.

El de Caracas, epicentro de la Capitanía, ante la inestabilidad del poder de aquel momento, había sesionado el 19 de abril de 1810 para convencer a Emparan de presidir la junta de gobierno en rechazo a la ocupación napoleónica. Éste, como antes Juan de Casas, se negó y cuando todos se trasladaban a oír misa por ser Jueves Santo y ante el clamor de los presentes, reunidos en la que es hoy la plaza Bolívar, los miembros del Cabildo decidieron desconocer la autoridad de Emparan toda vez que la Junta que le había nombrado en Sevilla dos años antes, había desaparecido y había sido sustituida por una Regencia de dudosa legitimidad.

Emparan luego de recibir una negativa popular a su consulta pública informal sobre su permanencia en el cargo, renunció, regresó a España y moriría en Cádiz poco más de 10 años después, en octubre de 1820.

Esa misma tarde el Cabildo de Caracas se convierte en la Junta Suprema conservadora de los derechos de Fernando VII y luego de tomar control de los cuarteles de la ciudad y asegurar el apoyo de las provincias, designa el 25 de abril la Junta Suprema de Gobierno que será la primera instancia de gobierno autónomo de Venezuela.

Por su parte, a finales de abril de 1810 y sin estar al tanto de estos hechos, la Regencia nombra a Fernando Miyares, hasta entonces gobernador de Maracaibo, como reemplazo de Emparan. Desde Maracaibo, intentará proteger a Coro y Maracaibo del esfuerzo unificador de la Junta Suprema que ya gobierna en Caracas. Para la Regencia será el Capitán General de Venezuela por los dos siguientes años, hasta 1812, cuando sea el turno de Monteverde... pero esto es parte de otra historia por contar. 

viernes, 15 de abril de 2016

Huevos de gallina. De 320 a 2.200 Bolívares en 10 meses

La economía venezolana desde 2012 viene perdiendo sus precarios equilibrios a toda marcha.

Las políticas implementadas, ratificadas y amplificadas han agredido y, en muchos casos destruido, lo privado, lo individual y lo nacional para hegemonizar lo público e intentar controlarlo todo. Pareciera que los ideólogos económicos de este modelo pensaban que el precio del petróleo seguiría subiendo indefinidamente y que no era necesario preservar la producción y la generación de la riqueza privada ya que el abastecimiento de todo lo que se considerase prioritario para los segmentos más vulnerables, se tranzaría por petróleo con los aliados o se compraría con la renta petrolera donde fuese necesario.

La estratosférica corrupción (que algunos analistas estiman que desaparece más del 30% de todos los ingresos del país), sobretodo asociada con el control de cambio, ha pulverizado los pocos beneficios de corto plazo asociados con este modelo y más aun, cuando desde hace poco más de un año, han caído las exportaciones por debajo de la mitad de lo que antes vendíamos.

Entonces, la insuficiente producción nacional, la corrupción, la desconfianza, los menores ingresos en dólares, los subsidios generales e indiscriminados y el descontrolado gasto público (que sigue inundando el país de más y más Bolívares cada vez más débiles), sólo han disparado la inflación y el desabastecimiento. La desconfianza bien ganada y el poco acceso a las divisas, dispararon el tipo de cambio del mercado negro a niveles inimaginables e insostenibles, agravando aun más el panorama.

Las lamentables consecuencias son muchas y dolorosas pero se podrían resumir en un grave retroceso generalizado y el empobrecimiento del país y su población.

Ahora bien, lo que la gente común que estamos interesados en analizar y comprender nuestra economía nos solemos preguntar es si ¿existe una forma más o menos oportuna (por no decir rápida) para retomar los equilibrios o mejor aun, para superar las calamidades que nos agobian y comenzar unas décadas de crecimiento y desarrollo sostenidos?. La respuesta de todos los economistas modernos suele ser que sí, pero que tal recuperación pasa inexorablemente por des-ideologizar la economía de Venezuela.

A menos que la factura petrolera o cualquier otra nueva renta en manos del estado, por obra de un milagro, llegue de pronto a generar de forma sostenida más de 150 mil millones de dólares de ingreso anual para el país, el modelo económico tiene que abrazar principios y valores que parecen ser diametralmente opuestos a los del “Socialismo del siglo 21”.

Hasta ahora el chavismo está negado de hacer tal viraje y, en consecuencia, lo lógico es pensar que cualquier renacimiento económico del país llegaría de la mano de una administración política diferente. Mientras ese cambio llega, habría al menos un conjunto de políticas ineludibles para cualquier gobierno como lo son: 1) el combate frontal y real a la corrupción, 2) la disminución y el control del gasto público improductivo, 3) el progresivo ajuste de los principales controles y 4) la sustitución de los subsidios indiscriminados (nacionales e internacionales) por ayudas provisionales y dirigidas a la población más vulnerable.


Si no ocurre el replanteamiento económico pero tampoco se adoptan con éxito los cuatro conjuntos de medidas de responsabilidad básica, sólo continuará creciendo con cada vez mayor velocidad la miserable fosa común en la que se ha estado enterrando el futuro y las oportunidades de más de 31 millones de venezolanos. “Delitos de lesa humanidad” o  “Estado fallido”, estarán dejando de ser frases de la diatriba política para convertirse en argumentos de la justicia y la ley que habrán de llegar a un país asentado sobre miles de millones de barriles de petróleo y que no pasa desapercibido para el resto del mundo occidental.