sábado, 27 de diciembre de 2014

Del 2014 al 2015


Aunque el ánimo no me acompañe para llover sobre mojado, poder leerme a futuro me obliga a dejar este breve resumen que atestigua mi 2014 vivido en Venezuela y, casi como conclusión obligatoria he añadido algunos pensamientos temerarios sobre el año por venir.

Un año más, todo el 2014 fue desbordado por la inseguridad y el desorden. Hemos estado arropados por la pérdida del control público del bien y del mal. Asesinato, secuestro y asalto son las tres tristes amenazas que nos siguen golpeando pero que ya no nos sorprenden. La anarquía se ha hecho habitual y cotidiana en nuestras ciudades y pueblos. Hace rato que se perdió todo gesto de respeto, orden y convivencia. La calle es un “sálvese quien pueda” y “yo paso primero”. Es muy duro descubrir que para las nuevas generaciones esta pareciera la única forma de convivencia a la que la mayoría se ha adaptado. Todo conspira para que así sea y me indigna ver que mucha gente, en cierta forma, no sólo la tolera sino que la disfruta.

Otro fenómeno social que ha sido cotidiano todo el año es la emigración. Entre los que se fueron, los que se van y los que lo están pensando, cualquiera contará un alto porcentaje de su entorno. Cada día más, cualquier destino externo es bueno. La emigración no es nueva. Empezó tímidamente hace 15 años pero ha venido creciendo con mucha fuerza desde 2012. En 2014, fue contundente. Hace 10 años se iban familias enteras, principalmente asustadas por temas de seguridad. En esa primera oleada fuerte, los que se marchaban a los Estados Unidos o a España recibían buenos deseos y críticas por igual. En los años recientes y en éste, se marchan a borbotones los jóvenes recién graduados y parejas de recién casados. Ya no reciben críticas, todo aviso de alguien que se marchó, es celebrado con una alegre tristeza. Los nuevos destinos incluyen a Colombia, Panamá, Ecuador y Chile.

Este año también volvimos a reprobar tres materias fundamentales: escasez, inflación y devaluación.

Creo que como en Venezuela llevamos tantos años con inflaciones de 25% (en los años buenos) y ajustes salariales que intentan compensarlo, lo más desagradable a estar alturas es no conseguir hacer la compra de lo que necesitas (no de lo que quieres) de manera normal. Escasean demasiados productos. El concepto de marca se perdió en muchos rubros. Cambiamos nuestra compra semanal o quincenal de nuestros productos favoritos por visitas diarias a cualquier comercio a hacer una cola por lo que haya, sea cual sea la marca y la presentación.

Por ejemplo, durante un mes hay una escasez aguda de leche pasteurizada y de pronto, durante una o dos semanas, los supermercados son bombardeados por presentaciones desconocidas de leches de Perú, Ecuador o Nicaragua. Todo el mundo, cuando puede, compra todo lo que puede de los bienes escasos, en consecuencia, es difícil sufrir escasez absoluta pero lo cierto del caso es que abastecerse de comida y productos básicos se ha vuelto un sinvivir. Como sólo exportamos petróleo e importamos todo lo demás y desde hace 2 años, los dólares que entran dejaron de alcanzar, hay carencia de todo: comida, productos de higiene, repuestos, electrodomésticos, electrónica, línea blanca, pasajes internacionales, medicinas, ropa y calzado y casi todos los productos.

El valor del dólar subió oficialmente al legalizar dos nuevos tipos de cambio: desde Bs. 6,30 a Bs. 10 para unas necesidades y a Bs. 50, para otras. El cambio extraoficial explotó, pasando de Bs. 70 a Bs. 170 durante el 2014. Estos 4 tipos de cambio: 6,30, 10, 50 y 170 generan un remolino que ha generado incoherencias y desequilibrios difíciles de explicar y mucho más difíciles de asimilar. Los activos más importantes de una familia: vivienda y vehículo, se transan a tasa libre (170). Medicinas, los rubros alimenticios más básicos y varios servicios públicos a la menor tasa (6,30). Muchos de los otros bienes a cualquier valor en medio de los dos extremos. La gasolina sigue tirada, sin embargo, la inflación anual parece estar montada en 75% (si algún día vuelven a publicarla, ya que ha estado escondida casi todo el año). 

El pulso político fue variable a lo largo del año. En los primeros meses, una ola de protestas recorrió el país y movilizó a la sociedad opositora bajo el mando de organizaciones estudiantiles de las principales universidades. La frustración e indignación ante un gobierno terco y sordo se transformó en protestas que recibieron una respuesta brutalmente represiva que transformó la rabia en violencia y que se saldó con 50 muertos y centenares de presos, algunos de los cuales aun no recuperan su libertad. Las menciones especiales de los caídos políticos son por ahora, para Leopoldo López, el líder nacional, dos Alcaldes y la exdiputado María Corina Machado (destituida y apartada de la Asamblea por la mayoría oficial). El 2014 cierra con un aparente “control total” del gobierno. Acaban de llenar las vacantes del poder ciudadano, moral y electoral de acuerdo con sus planes y desconociendo una vez más la constitución y el balance democrático. La imagen internacional del gobierno comenzó a mostrar sus contradicciones y la revolución ha perdido brillo y fuerza, sin embargo, internamente, la falta de estatura política y cohesión de la oposición y la confiscación de medios y recursos públicos por parte del gobierno han dificultado consolidar una opción que le dé cuerpo al descontento y la esperanza.

Justo en el último trimestre, los precios del petróleo se desplomaron. Eso hará que los ingresos en divisas, en principio, se reduzcan a la mitad porque venimos de varios años a 100 dólares el barril y justo ahora lo vendemos o lo transamos a 50.

Luego de este repaso de las terribles cotidianidades que nos castigaron este año, llega el turno de imaginar el 2015 que comienza en menos de 1 semana. Predecirlo a partir del 2014 y el 2013, nos encuentra con 4 variables diferentes:

2015 es un año electoral y 2014 no lo fue (uno de esos pocos y extraños años)
2013 cerró con un barril promedio de casi 100 dólares y se proyectaba un 2014 igual pero está cerrando con un promedio de 90 dólares y se ha proyectado un 2015 a 60 dólares (un 40% menos de ingresos externos)
2013 cerró con un dólar extraoficial de Bs. 40 y en 2014 promedió 120 Bs. por dólar (el Bolívar perdió dos tercios de su valor en 2014)
2013 cerró con crecimiento cercano a 1,5% y, aparentemente, en 2014 estamos en recesión

Ahora bien, ante las elecciones, un gobierno chavista seguirá intentando vender ilusiones a sus seguidores, mientras que hacia los adversarios promoverá la abstención con todas sus fuerzas y estrategias, buscando que los resultados los definan los circuitos a la medida y el clientelismo. 

Entonces, ¿cómo luce el 2015?

Para ser muy breve, la inseguridad, la anarquía y la emigración continuarán igual o crecerán en este año nuevo.

En el terreno económico, es fácil predecir un año con peores indicadores: la inflación, la escasez, la devaluación y la recesión continuarán complicando la vida de los venezolanos. Si no se toman medidas, el año será el doble de malo que 2014. Sin devaluar oficialmente y sin subir el precio de la gasolina, no sólo habrá menos dólares, sino menos bolívares. Eso puede ayudar a contener la inflación, sin embargo, una mayor escasez será una oportunidad aun más apetitosa para el contrabando (que ya es la forma de vida para miles de venezolanos) y por allí se alimentará la devaluación y la inflación. En consecuencia, se puede pensar en una inflación de 80% pero no teniendo fondos para ajustar así el salario mínimo, es más o menos predecible que aumente el precio de la gasolina a 5 Bs. el litro y, seguramente, el cambio de 6,30 se unificará con el dólar de 10 bolívares y se irá deslizando en la medida que lo necesiten. Los rubros no prioritarios pasarán al dólar de 50 (que se podrá deslizar a 80) y el extraoficial seguirá creciendo al ritmo desenfrenado que lleva, pudiendo terminar 2015 por encima de los 300 bolívares. 

En fin, dos años muy malos en los que podría estar gestándose un nuevo cambio del control del estado y para quienes conocen y repasan la historia de Venezuela no sería descabellado intuir que el cambio podría ser color verde oliva.

domingo, 28 de septiembre de 2014

De 4,30 a cien mil

Ser optimista en Venezuela ha sido una tarea difícil en los últimos años pero desde 2011, más que difícil, para muchos, es una terca estupidez.

Esta semana, la devaluación del Bolívar ha marcado un pico histórico. En estos 31 años ha pasado de Bs. 4,30 por cada dólar a más de 100.000 bolívares de los viejos. Pero acortando el periodo, que es lo peor, desde agosto de 2012 al día de hoy, en sólo 25 meses, el valor de cambio ha pasado de Bs. 8.000 por dólar a los temibles 100.000 de este viernes pasado. Es una devaluación de once y medio veces, algo así como 1.200% (y ese porcentaje es muy difícil de comprender).

Este indicador habla de un descalabro mayor, quizá la devaluación más brutal de la que tenga conocimiento (al menos en el momento histórico actual). La repercusión es brutal porque los efectos se han estado sintiendo con mucha fuerza en el último par de años: escasez, inflación y emigración.

Más allá de los graves problemas cotidianos, esta devaluación impide a los jóvenes que intentan establecer su independencia, adquirir un vehículo y mucho menos una vivienda, dos hitos básicos.

También esta semana oía del presidente de la cámara de industriales de productos para el hogar que el gobierno ha hecho un gran esfuerzo por cambiarle los dólares requeridos y aligerar los trámites, las plantas están produciendo casi a máxima capacidad pero el desabastecimiento continúa. El gobierno trata de aguantar y entregar dólares baratos sin embargo, el desequilibrio es tan brutal que las importaciones y la poca producción se diluyen hacia el contrabando de extracción como es lógico y predecible. Nuestros detergentes, jabones y pastas de diente terminan en Colombia o Brasil donde se venden a 10 veces el valor venezolano.

Pero por ahora la estrategia del gobierno se sigue pareciendo a la de la entonces decadente corona española en el siglo 18 cuando le entregó el país a la compañía guipuzcoana para acabar con el contrabando y garantizar el control del precio del cacao. Ni funcionó entonces, ni funcionará ahora.

Esto aguantará hasta el momento en que la gente común diga ya basta o cuando los acreedores internacionales, al no cobrar sus cuotas, armen el gran zaperoco. ¿Cuánto falta? ¿Un año, dos? No más.

Lo que viene es más o menos predecible. Una nueva moneda para un nuevo sistema de control (pero en este caso para el gobierno). Dolarización, caja de cambio o algo por el estilo. Un país disciplinado que gaste sólo lo que es capaz de producir. Quizá parte de los cambios económicos que necesita este país desde hace muchos años. Endeudar el petróleo a futuro con China y otros clientes ha sido un delito pero quizá un delito que nos obligará a repensar nuestro futuro y nos anime, de una vez por todas, a dar un vuelco, esta vez, en el sentido correcto.

miércoles, 23 de julio de 2014

"Mis" Panaderías - 2014

Es ésta una nueva edición de una entrada previa sobre recomendaciones de panes, dulces y productos propios de panaderías y pastelerías que puedes conseguir en Caracas. Primero voy con 3 nuevas recomendaciones y luego revisaré las de 2012.

Las novedades al día de hoy, son las siguientes:

  1. Panadería Rocarena. Es la panadería de una familia portuguesa que toda junta está volcada al negocio del pan en la avenida principal de Santa Cecilia (La Carlota), frente a la rambla donde se juega dominó y cartas en 3 mesitas desde la mañana hasta las 8 y media de la noche, todos los días. La panadería está en un local más bien pequeño y que fue remodelado seguramente hace más de 20 años que, aunque no tiene el glamour de los nuevos templos del pan en Caracas, sí que tiene abundante y destacada producción propia. Voy a recomendar especialmente los pastelitos/empanadas de carne molida en las mañanas, los trozos de pizzas margarita con jamón y champiñones que desfilan sin parar en las tardes (se compran por cuadros) y los cachitos de “pavo y paisa” con ajonjolí (todo el día). El local siempre está lleno, lo que obliga a hacer fila para pedir, para comer y para pagar
  2. La Trufa. Es una pastelería que está ubicada en el casco central de Chacao, diagonal al nuevo Mercado Municipal. Es un local pequeño y no muy vistoso que siempre está repleto de comensales buscando postre después de almuerzo o el cafecito y el dulcito de la tarde. De este sitio tengo que recomendar tres productos más bien secos: los mini-croissants de chocolate, las langostas de Nutela y los panques marmoleados (para llevar a casa). Abundan los dulcitos y las típicas tortas de cumpleaños que se venden sin parar y aunque tienen calidad superior al promedio, son las típicas recetas de cualquier otra pastelería caraqueña-
  3. Panadería El Solar de La Guairita. Es una panadería relativamente nueva que queda en la carretera que termina en el Cementerio del Este, bajando hacia el cementerio, en la acera de la derecha y antes de cruzar el puente. Aunque sólo he parado tres veces por allí, voy a recomendarte el pastelito de queso Palmizulia con jamón. Los croissants solos son de muy buen ver (no los he probado), al igual que los mini-pastelitos de manzana que colocan en una esquina de la barra de café. A juzgar por los comensales habituales, estos dos últimos productos tienen un tumbao que los hace favoritos.

Sobre las recomendaciones de 2012, actualizo con los siguientes comentarios:

  1. Sigue mandando el pan Jalá de Rey David en Los Palos Grandes que se hornea sólo los viernes en la tarde
  2. Se mantiene la torta Rey David en La Boulangerie pero no así la caracola de chocolate que ha venido perdiendo a medida que ha ido cambiando el chef pastelero (el precio si ha seguido creciendo)
  3. El pan, las tejas de almendras, los golfeados y los dulces de coco de Punta del Sol en la parte alta de Santa Eduviges, siguen siendo muy recomendables
  4. De la italinísima Aida, para desayunar en los Palos Grandes, el cachito de jamón y queso espolvoreado con queso parmesano sigue ahí. La gente también habla con mucho gusto de su danesa o caracola de frutas
  5. Todos los exclusivos cachitos de La Flor de Altamira (frente a la Clínica El Ávila). Varios con queso Kraft y uno Alemán, con salchicha. También su torta de queso y dos o tres variedades de pan gourmet (con hierbas y con queso)
  6. Casi todo lo que prepara Danubio es recomendable pero sigo manteniendo un plus para el brownie, el tresleches, la marquesa de chocolate, el pastel de queso crema con guayaba y el pastelito salado de ricota
  7. Por la crisis de las importaciones ha disminuido el inventario de harina de trigo y, por consiguiente, las variedades de pan que se hornean Caracas. En general, se ha hecho difícil conseguir la oferta y la calidad de hace meses, sin embargo, a veces se consigue buen pan Gallego en: La Rosita (Las Delicias de Sabana Grande), Los Nietos (En Altamira), Punta del Sol (Santa Eduvigis), Coimbra (Montecristo) y la Elice (en Chacao en la calle del mismo nombre casi llegando a la Av. Libertador). Esta última panadería se añade a la lista porque este pan es el que sirven con éxito en no pocos comederos de Chacao.
Como siempre, ¡Bienvenidas tus sugerencias!

sábado, 19 de julio de 2014

Los meses que vienen en Venezuela

Al tratar de ponerme en los zapatos del gobierno y pensar en cómo mejorar la situación actual pero sin cambiar el rumbo de su socialismo del siglo 21 (como lo pide y augura a gritos media Venezuela), veo muy probable que se intenten las siguientes medidas:

Buscar fondos en dólares de manera inmediata. Es indudable que hay compromisos y presiones que no los deben dejar ni pensar. Aunque lo de los dólares para las líneas aéreas es muy mediático, probablemente no está en el tope de las prioridades de este gobierno. Seguramente los sectores alimentos, salud y economía productiva van primero. En este sentido, nuestras reservas petroleras siguen siendo un excelente aval y el destino de los fondos que se puedan obtener por créditos rápidos irían en primer lugar a estos sectores. Ya hemos visto algo de movimiento desde CITGO y, hace unas semanas con Rusia y China. Es muy probable que los prestamistas estén exigiendo que se controle la corrupción con el control de cambio y de allí los anuncios de reingeniería del gobierno, auditoría y unificación cambiaria.
Entorpecer la corrupción en la asignación de dólares. Lamentablemente, la corrupción es un anti-valor de mucho arraigo en nuestra cultura-país y bajo este modelo político y económico en el que el fin justifica los medios, la corrupción ha sido considerada un mal necesario y hasta aconsejable para mantener lealtades. Sin embargo, el festín está resultando tan bochornoso y público y la crisis tan aguda que aunque resulte imposible parar en seco esta sangría, un profundo cambio de actores y procesos se debe estar pensando como una manera de bajar durante los próximos meses el tráfico de asignaciones de dólares que terminan alimentando el mercado negro. Hasta me atrevería a pensar que le den mayor protagonismo en el proceso de subasta a la banca privada a la que podrían mantener amenazada y sería más susceptible de hacer las cosas más transparentes en comparación con funcionarios de confianza pero con muy malas mañas.
Reingeniería del gobierno. Seguramente, por primera vez en 15 años veremos una gran movida de mata. No tan profunda como se podría imaginar un opositor pero sin duda alguna, los preavisos que ya se han dado a esta revisión, buscarán romper algunas de las mafias, reorganizar áreas totalmente inoperantes, re-balancear los nuevos poderes dentro del PSUV y permitir que algunas caras nuevas puedan echar por la borda algunas políticas y algunas viejas medidas. Todo esto se traduciría en confianza para nuestros prestamistas rusos y chinos.
Aumentar algunos gastos sociales. Para mantener sintonía con la percepción que se tiene de la gestión Chávez y seguir cosechando esos apoyos clientelares y populistas que tantos réditos han rendido en todos estos años, seguramente se relanzarán misiones y se les harán asignaciones para reflotarlas y seguir usándolas como bandera social.
Recortar gastos no sociales. Aunque el SICAD II debe estar permitiendo ingresar entre 5 y 9 veces más bolívares que el SICAD I y CENCOEX, no controlar este aumento de liquidez se traduce de inmediato en más inflación y esa barajita ya la tenemos suficientemente repetida. De allí que seguramente se impongan algunos recortes en áreas de gasto e inversión en bolívares que no tengan impacto inmediato en la popularidad del ya golpeado gobierno de Maduro.
Sustituir algunas importaciones. Veo muy probable que un porcentaje de los créditos que se están pidiendo terminen convirtiéndose en empresas mixtas que se creen en Venezuela y tengan como objetivo la sustitución de algunas importaciones. No me extrañaría que abran estas empresas a la participación privada de las más emblemáticas y capaces empresas venezolanas. Sería algo así como copiar parte del modelo chino en lo económico cuyo primer objetivo sea la cobertura del consumo interno. 

¿Son estas las medidas necesarias para enderezar el destino del país? Aunque algunas ayudarán, lo más seguro es que no lo logren porque el cambio debe ser profundo, de raíz y eso sería echar por tierra 10 años de hartos controles. Sin embargo, creo que estas medidas si se toman oportunamente y de manera conexa le dan al gobierno la mejoría de algunos indicadores y más de tiempo mientras (pensarán ellos) PDVSA logra producir y vender más petróleo para volver al estado de 2006-2009. Por otra parte, algunas de estas medidas podrían ayudar a que la unificación cambiaria tenga algún sentido y permita un tipo de cambio en torno a 18 y, seguramente, un dólar paralelo en torno a 40. Esto último va a requerir algunas medidas fiscales que desinflen la liquidez: encaje legal, impuestos a algunas transacciones y ajustes a tarifas de los servicios básicos y de la gasolina.

sábado, 14 de junio de 2014

Sin valores, miseria

Mis primeros contactos con el socialismo ocurren desprevenidamente durante mi infancia. Venezuela en democracia desde 1958, había decidido alejarse del comunismo para abrazar la socialdemocracia. Mis primeros recuerdos de lo político están llenos de mensajes que incluyen pueblo, sindicatos, clase obrera, pleno empleo, educación y salud para el pueblo, pacto social, control de precios, dignidad cubana y más. Son los 70s. Venezuela se dedicó a construir un estado poderoso que se apropiara de nuestras riquezas energéticas y minerales que "hasta entonces se iban al imperio por unas monedas". El estado creció para encargarse de casi todos los aspectos de nuestras vidas, desde salud, educación y defensa hasta líneas aéreas, navieras, hipódromos, bancos, hoteles, teatros y todo tipo de empresas.

Más tarde, ya en la universidad, cuando en un curso básico de Estudios Sociales analizamos tendencias políticas, como a tantos, me entusiasmó la utopía. Terminando la ingeniería a finales de los 80s, compartí de cerca con comunistas comprometidos hasta que decidí no asumir esa manera de construir el futuro bueno por considerarla inviable, anti-natura y fracasada en la práctica porque ya, en 1990, había generado más daño que bienestar.

Hasta 1983, tirando del petróleo, el estado venezolano creció pero se endeudó tanto que no tenía para pagar sus compromisos cuando cayeron los precios. Comenzó una crisis en 1983 que aun continúa. Se inició un ciclo de inflación y devaluación que no ha parado en 30 años y que en los 90s, cuando las vacas menguaron más, nos hizo privatizar, atraer inversiones extranjeras y renegociar deudas. A comienzos de este siglo regresaron los altos precios petroleros y el socialismo del siglo 21 para lanzar el péndulo de nuevo hacia la misma dirección de los 70s, pero esta vez, más hacia la izquierda.

Con un estado dueño y señor del petróleo, y en un país con 3,5 millones de familias pobres (de un total de 5 millones) fue fácil enganchar al ofrecer justicia y bienestar automático para los más pobres, prometiendo arrebatar la abundancia mal habida al restante millón y medio. Fue rentable vender que lo más pobres lo eran porque los otros, junto a los gobiernos de turno y el imperio, habían construido una burguesía corrupta, pestilente, explotadora e insensible que había sometido sistemáticamente a través de la exclusión. Mal diagnóstico y medias verdades. Mal arranque.

Con la pobreza enfermando a más de la mitad del país, el socialismo del siglo 21 (aprovechando el subidón del petróleo que aun persiste), comenzó una enorme transformación que ha incluido: cambios de todos los nombres y símbolos del país y una supuesta progresiva aniquilación del modelo capitalista para dar paso a una forma social, comunal, planificada y controlada de construir y vivir para el venezolano nuevo. Esta revolución ha incluido: reversión de las privatizaciones, restricción de libertades económicas, expropiaciones de fincas, viviendas y empresas, transformación del sistema político y del electoral, transformación del sistema de salud y del de educación, satanización de las políticas represivas por considerar la delincuencia como una desafortunada consecuencia del capitalismo, control de todos los medios de comunicación, control de la cultura, construcción de una red pública de distribución de alimentos y cientos de otras iniciativas socialistas.


Luego de 15 años, esta es una comparativa de algunos indicadores de Venezuela tomados de páginas oficiales:

















Pero en 40 años, sin importar el ángulo de nuestro péndulo, hemos construido una cultura dentro de la cual, el respeto, la honestidad, la planificación, la paciencia y el bien común no valen para nada.

Luego de 48 años, sin dudas me ubico al Centro. Confío en que un equilibrio entre libertades e igualdad, entre iniciativa individual y solidaridad y entre incentivos e impuestos, es la mejor manera de construir el mejor futuro para una sociedad como la nuestra, siempre y cuando nos decidamos a sembrar y cultivar el respeto, la honestidad y la planificación como valores básicos. A este punto, estoy más que curado de utopías. Necesitamos terminar de entrar en el siglo 21 y desarrollar nuestros potenciales en el presente para construir el mejor futuro posible.

martes, 4 de marzo de 2014

Sólo para chavistas


Que existan corrientes políticas y gobiernos que orquestan su accionar centrándose en los pobres, no sólo es una alternativa sino una necesidad evidente en sociedades como la nuestra,  en la que la mayoría sigue siéndolo. No hacerlo es condenar a todo el país al fracaso y la inviabilidad. Y hago esta aclaratoria inicial porque pienso que lo que mejor define la orientación política del chavismo es precisamente cuidar más y primero al que menos tiene.

Toda vez que el chavismo lleva década y media dirigiendo al país y administrando el gobierno central, es imperativo que evalúe qué está funcionando mal o muy mal (Evaluar significa observar, escuchar, pensar, analizar y actuar en consecuencia).

He seleccionado tres áreas que considero fundamentales para la vida civilizada de todos los venezolanos y principalmente de los que están más débiles. Aspiraría a que el gobierno las atienda con un nuevo enfoque y cuanto antes. Veamos:

  • La inseguridad. Las cifras oficiales nos dicen que el asesinato, el secuestro, el robo y, en general los delitos que amenazan la vida y la tranquilidad de todos, se han disparado en los últimos años. El enfoque chavista ha sido que los delincuentes son producto del injusto proceso de distribución de ingresos que hubo antes de 1999 y que aumentando el gasto social, el fenómeno se revertirá. Seguramente hay mucho de cierto en ese enfoque pero vistos los resultados después de más de 10 años de intensa inversión social, algo no está funcionando bien o mejor dicho, está funcionando muy mal. En 15 años, se ha implementado más de 1 plan de seguridad por año y los resultados medibles y objetivos, han empeorado cada año. Pareciera relativamente fácil concluir que no han sido los planes ni los ministros asignados los que no han sabido hacerlo sino que los supuestos del plan no son suficientes para entender, enfrentar y corregir el problema. El gobierno no lo está resolviendo y en vez de cuestionar y replantearse el tema, insiste con terquedad y eso nos ha costado miles de vidas y ha espantado al extranjero a cientos de miles de venezolanos. Es imperativo que para poner en control la seguridad de todos, el gobierno repiense sus supuestos y sus medidas.
  • La economía. Venezuela sigue siendo un país que sólo genera ingresos por petróleo y no ha logrado aumentar su producción. El gobierno ha usado los ingresos generados por el aumento de los precios de la última década y nos ha endeudado de manera brutal para mantener el gasto pero mientras tanto, la economía ha venido deteriorándose y en este momento, los síntomas concretos que incluso son oficialmente aceptados son: la inflación más alta del mundo, una devaluación descontrolada y una terrible escasez de más del 25%. La soberanía alimentaria, que con fuerza se estableció en 2003, está cada día más lejos. Las reservas han retrocedido y el tipo de cambio que se mantiene artificialmente hace que sea mucho más barato importar cualquier cosa que producirla en Venezuela. Cuando nos comparamos con nuestros vecinos de Suramérica, quizá con excepción de Argentina, todos presumen de economías con muchos mejores resultados que la nuestra. El gobierno sólo consigue culpables entre los empresarios y fuerzas externas que han entablado una guerra económica contra nosotros. La respuesta ha sido más controles y más intervención y, mes a mes, año a año, los resultados empeoran. Ahora bien, si estamos rodeados de ejemplos de gobiernos socialistas que cuidan a sus empresarios porque los saben socios indiscutibles para construir bienestar, ¿por qué seguir enfrascados en un modelo de economía planificada y controlada desde el gobierno que siempre ha fracasado en todos los países que la han intentado? ¿No es tiempo de aceptar los malos resultados y aplicar cambios sin renunciar a la política social como lo hacen Brasil o Ecuador? ¿No será que la pobreza se cura con riqueza y debemos pensar en generarla más allá del petróleo?
  • La disidencia. El chavismo tiene serios problemas para aceptar la crítica y el pensamiento opuesto. Tan graves son sus problemas que luego de casi 20 días de protestas, más de 15 muertos, cientos de heridos y más de 700 detenciones que mantienen al país conmocionado, nadie del gobierno ha sido capaz de acercarse a la dirigencia estudiantil para escucharla. Nadie del gobierno ha tenido un gesto de humanidad con las familias de los muertos. No ha habido una mueca que permita hacer ver a los que protestan que es posible que alguien del gobierno esté escuchando lo que se grita en la calle. Por el contrario, la protesta recibe un rosario de descalificaciones y burlas todos los días. Cualquier representante de las policías de inteligencia con dos dedos de frente habría sabido reconocer entre los 700 detenidos a muchachos estudiantes que están desesperados por hacerse escuchar y no a criminales o paramilitares extranjeros. Mientras tanto, el gobierno sigue sosteniendo que es un golpe, que son fascistas, que hay una confabulación internacional y continúa ignorando los reclamos que se hacen todos los días. Aunque la inteligencia hubiese detectado un plan de golpe de estado, ¿no es posible que incluso, por propia conveniencia, se escuchen algunos de los planteamientos que se hacen en las calles para iniciar un proceso sincero de negociación?. Una oposición que obtuvo más de 7 millones de apoyos en las últimas presidenciales, que no es gobierno por menos de 2% de los votantes, no puede ser ignorada con la prepotencia con que el gobierno lo hace. El respeto, como valor, recibe contraejemplos del gobierno todos los días y quizá eso tiene mucho que ver con la inseguridad, porque el respeto es uno de los valores que no se tiene cuando se decide delinquir. En una sociedad, el primero que tiene que dar el ejemplo es el liderazgo nacional que debe actuar siempre como buen padre de familia y hoy estamos lejos de verlo en ese rol.


En este momento, es indispensable el diálogo entre los principales bandos políticos del país por lo que me permito pedirte que reflexiones sobre lo antes expuesto. Si siendo chavista no eres capaz de dudar con los tres planteamientos de más arriba y seguirás plegado a la justificación oficial, no he logrado nada (por ahora) pero si eres capaz de reconocer que hay algo de razón, si crees que algunas cosas no están funcionando por razones que aun el gobierno no reconoce, habremos conseguido un tema sobre el cual discutir constructivamente.

Todo gobierno y sus seguidores, además de actuar con fidelidad a sus principios, también deben respetar los principios democráticos y la constitución. No hacerlo, también es condenar a todo el país al fracaso y la inviabilidad.

No entiendo como sigues siendo _______________ (chavista, opositor)

En la extrema polarización política de Venezuela, las conversaciones entre ambos bandos son entre sordos. Los unos no se explican como los otros siguen engañados y terminan insultándose cada vez más alto para que el otro abra los ojos. Si la “verdad”, sea cual sea, fuese tan evidente, no estaríamos separados en dos grupos e incluso dispuestos a morir por demostrar quién tiene la razón. 

Según la encuesta Venebarómetro de enero de 2014, el 35% del país sigue siendo chavista, el 30% está abiertamente en oposición, 30% no está alineado y 5% no respondió.

Es inaudito pensar que la parte del país que sigue siendo chavista, se mantiene leal por una mezcla de resentimiento con ignorancia. Es imposible que estos 7 millones de personas sean enchufadas, brutas o miserables, de la misma manera que es imposible que los 7 millones de opositores sean todos adinerados, apátridas y socialmente insensibles. Mientras el gobierno se empeña en minimizar a la oposición, buena parte de ésta piensa que la masa chavista es sólo una cuenta amañada por las rectoras del CNE.

Debe haber algo más.

Venezuela, desde hace varias décadas se ha hecho adicta a vivir del petróleo y no ha sabido generar otros ingresos. Entre 1983 y 1999, el petróleo se vendió a precios muy bajos cuando ya nos habíamos acostumbrado al tren de vida de los precios altos. En consecuencia, Venezuela se empobreció de manera dramática durante 17 años mientras todos pensábamos que éramos ricos y que los recursos no alcanzaban porque los altos empleados públicos nos estaban robando (que lo hacían y lo siguen haciendo).

Así llega Chávez al poder y los precios del petróleo se disparan y la revolución puede reactivar un nuevo estado repartidor favoreciendo a millones y reforzando, una vez más, que el petróleo da para todos si escogemos un gobierno para pobres. Es cierto, el modelo chavista privilegia al que menos tiene, repotenciando la cultura de que sólo por ser fiel a la revolución recibirás todo lo que el petróleo puede comprar y, en consecuencia, muchos venezolanos comenzaron a disfrutar nuevamente de acceso casi gratuito a productos y servicios básicos, mientras que en ese pasado reciente, la pobreza había empujado a más de la mitad de la población al monte de los gatos flacos.

De esta manera, el chavista empieza a comprobar que es mucho más fácil surgir y prosperar con poco esfuerzo y manteniendo su apoyo a la revolución que cuestionándose las formas o la calidad de la gestión. De paso, en todo ese tiempo, la revolución se dedicó con éxito a hacer trizas cualquier otra opción de gobierno y ha demostrado varias veces que sabe castigar al traidor.

Lo cierto del caso es que durante varios años, aunque artificialmente y gracias al petróleo y el endeudamiento, el gobierno hizo crecer los ingresos de las familias pobres y para ello entregó becas, creó dos enormes redes de distribución de alimentos, mejoró el sistema de pensiones, creó programas de formación rápida para graduar bachilleres y abrió decenas de nuevas universidades "express". Así mismo, adjudicó más de un millón de nuevos empleos públicos, que en general ofrecen mejores remuneraciones y beneficios que antes. También renovó los servicios médicos descentralizados, y finalmente, cuando ya el modelo empezaba a dar síntomas de colapso, remató con un programa acelerado de viviendas equipadas, destinadas en primer término, a los miles de damnificados de las trágicas lluvias del 2010.

Por varias razones que no voy a enumerar ahora, el estado chavista comenzó a fallar, a dejar de repartir con la misma intensidad, en fin, ha comenzado a golpear el bienestar que brindó entre 2003 y 2010 y eso, aunado al padecimiento y la muerte de Chávez, se ha traducido en primer lugar, en la pérdida de apoyo de los que tenían menor compromiso emocional. Lo que fue una indiscutible mayoría ha dado paso a dos trenes enfrentados.

Lo cierto del caso es que no es tan fácil dejar de ser chavista cuando tú y tu familia han comenzado a ver luz y estás seguro de que has progresado gracias al "corazón" de este gobierno. Muchos ya han venido descubriendo que el modelo se está agotando y ya saben que siguiendo este camino cada vez estará más lejos esa Venezuela Dorada que les prometieron para el 2020, sin embargo, los que le siguen apoyando son muchos venezolanos que necesitarán más razones o más tiempo para revisar sus convicciones.

lunes, 10 de febrero de 2014

¿Cuánto falta para el final del túnel?

Ojalá y Venezuela se enderezara con un cambio de gobierno. Muchos están convencidos de que cambiándolo, cambiará nuestro destino. Ojalá y ellos tengan la razón, sin embargo, creo que nuestra realidad es bastante más compleja.

No creo que a Venezuela le iba bien y llegó este “proceso” y sólo por administrar muy mal durante 15 años, nos torcimos (por decir lo menos). Creo, sin duda, que este modelo ha hecho más daño que bien y ha destruido más de lo que ha aportado, sin embargo, lo más triste, decepcionante y peligroso es que pienso que nuestra sociedad ha estado enferma hace mucho tiempo y, a pesar de que este modelo la ha enfermado más, un cambio de administradores pareciera que no la curará mágicamente.

Vuelvo y repito, independientemente de que nos merecemos un cambio de administración, sólo eso no nos cura porque a pesar de lo malo que resulta el desabastecimiento, las agresiones a la disidencia, el que se coarte cualquier iniciativa independiente del gobierno, de lo terrible de la siembra y exaltación de la informalidad, la incompetencia y tantos otros pésimos indicadores que se han hecho costumbre, la gente (la mayoría y a veces casi la mayoría) le ha seguido votando a este desastre. ¿Por qué eso ha estado sucediendo?

Cualquier sociedad medianamente sana ha sabido reconocer quién le hace mal y ha decidido como cambiarlo, votando o botando. En Venezuela, insólitamente, no ha pasado esto. Como no, ha habido momentos malos para la revolución y, sólo en esos peores momentos, la oposición ha obtenido entre 2 y 4% más votos que el gobierno. Esto es un terrible síntoma de la grave enfermedad o enfermedades que nos están consumiendo.

Más allá de que Maduro haya ganado o perdido por pocos votos, no encuentro explicación a que siquiera se haya acercado a la opción que Capriles presentó en 2013. O mejor dicho, la explicación que he encontrado es la de una sociedad tan enferma que ya no es capaz de reconocer lo que le hace daño. Ni hablar del 54% del gobierno en las Regionales de diciembre.

He esperado muchas semanas para escribir esto porque es un diagnóstico que me resulta desagradable y decepcionante, sin embargo, luego de mucho pensarlo, siento que debo compartirlo para llamar a la reflexión e intentar conseguir tu opinión, bien porque estemos de acuerdo o para que me ayudes a entender mejor lo que nos pasa.

En mi Venezuela, antes y ahora se ha robado de frente o pasivamente (los funcionarios, los que le venden al estado, los banqueros que fregaron a Caldera –o a todos nosotros- y los que pagan y los que cobran por una pensión del Seguro Social). El hacinamiento en las cárceles es una vergüenza que habla mal de nosotros desde que tengo uso de razón. El irrespeto a las leyes y el egoísmo ante lo común son terribles características que nos acompañan hace rato. El abuso de poder, el tráfico de influencias y el nepotismo son viejas costumbres por estos lados. El bote de escombros en la vía pública, el lanzar la botella por la ventana y el mear detrás de la matica, eran y son. Si choqué y tumbé un poste, me doy a la fuga y si me atrapan, soborno. Nos encanta comprar dólares baratos y venderlos lo más caro posible… desde hace más de 30 años... ¿y el Bolívar?... bien, gracias.

Al repasar los últimos Presidentes que hemos tenido, me encuentro con que hemos escogido el que más víctima nos consideraba y el que más reparto nos ofreció en su momento. Y cuando votamos a CAP por segunda vez y nos trajo una opción seria para enderezarnos de verdad, lo sacamos y lo mandamos para su casa. Parece que nos gusta lo más fácil siempre, nos gusta que decidan y resuelvan por nosotros, nos gusta el que toma caña y el que tiene amante, en fin, nos gusta nuestra mamarrachada tal como está y, sobretodo, nos gusta más si no nos cambia mucho nuestro "porque me da la gana".


Pero esta reflexión no puede despedirse de manera tan oscura y derrotista. Debe haber una luz por algún lado para cambiar y mejorar. Y la hay. Pues bien, sobre esa luz voy a escribir en la próxima entrega.