miércoles, 6 de enero de 2016

Viajando a la Venezuela de 1800

Mapa de la Capitanía de Venezuela en 1800,
Grabado de Madrid en 1800 y
retrato de José Bonaparte
En 1800, hace poco más de 200 años, Venezuela todavía no era país. Era un grupo de provincias (estados) del reino de España. En 1777, el rey Carlos III, a través de la integración de la provincia de Venezuela o Caracas (un área geográfica que aproximadamente incluía al actual Distrito Capital y los estados Miranda, Vargas, Aragua, Guárico, Carabobo, Cojedes, Lara, Portuguesa y Falcón) con las de Cumaná, Guayana, Trinidad y Tabaco, Margarita y Maracaibo, creó una Capitanía General consolidando un territorio separado de la Nueva Granada (actual Colombia para simplificar).

Hasta entonces, cada provincia tenía como máxima autoridad a un gobernador que políticamente dependía del virreinato de Nueva Granada y, judicialmente, de la Audiencia de Santo Domingo (en la actual República Dominicana). 

En 1787 también se estrenó la Real Audiencia (Justicia) y en 1793, el Consulado de Caracas (Hacienda y fomento del comercio y la agricultura) que será el campo de práctica de los futuros gobernantes. Ambas nuevas instituciones vienen a cerrar un círculo que dará mayor integración, autonomía y poder al nuevo territorio y que luego de unos 15 años, habrán sido las bases del país que nacerá.

Aunque podemos decir que los límites externos del mapa de la Capitanía General se parecen bastante al actual territorio de Venezuela, incluían, al oeste, al sur y al este, tierras que, respectivamente, hoy forman parte de Colombia, de Brasil o están en litigio con Guyana e, igual que hoy, no incluían a las islas de Aruba, Curazao y Bonaire. Trinidad y Tobago si formaron parte de la nueva Capitanía General pero sólo hasta 1797 cuando fueron ocupadas militarmente por los británicos.

Para 1800, la población de la Capitanía se estima en alrededor de unos 800 mil habitantes (40 mil de los cuales residían en Caracas) con una composición socio-económica de castas que era muy "racial". Veamos una aproximación de la distribución:

- El 50% estaba conformado por mestizos (descendencia entre blancos e indios), mulatos (descendencia entre blancos y negros), zambos (descendencia entre indios y negros) y pardos (descendientes de cualquier otra unión de más de dos razas o entre las castas anteriores)
- El 20% eran blancos:
    - 1,5% peninsulares y
    - 18,5% eran los blancos criollos o mantuanos
- Los negros africanos sumaban el 17% de los pobladores y
- Los indios o pobladores originarios representaban el 13% de los habitantes

Los blancos eran la casta superior con el mayor número de privilegios, entre otros, el ser los principales actores del poder económico que había venido creciendo con la misma velocidad con la que lo hacían las cosechas y el comercio de cacao y tabaco. La máxima autoridad era el Capitán General, designado directamente por el rey, acompañado por el Consulado, la Intendencia y el Cabildo (integrados fundamentalmente por los blancos criollos y  propietarios) y todos acompañados por los representantes locales de la iglesia católica.

El bienestar, el progreso y las principales oportunidades de progreso estaban reservadas a la minoría blanca. La calidad de vida en la Capitanía iba descendiendo por la pirámide de castas hasta la base de apoyo que estaba conformada por indígenas y los esclavos negros extraídos de África. De allí que el malestar creciera entre la mayoría de los pobladores de la Capitanía, tanto por el injusto sistema que los sometía a la precariedad y las pocas oportunidades, como por los nuevos aires que empezaban a soplar con mayor fuerza y estaban comenzando a definir el nuevo orden de Occidente.

Entorno internacional

En España, a finales de 1788 falleció Carlos III y le sucedió su hijo Carlos IV, quien reinó 20 años, hasta 1808. Se dice que su falta de carácter y la astucia y determinación de Napoleón Bonaparte, hicieron que la corona española pasara a José Bonaparte, hermano mayor de Napoleón, quien “reinó” como José I hasta 1813, aunque como “rey intruso”, a decir de los españoles. En 1813, Fernando VII, hijo de Carlos IV, asumió el trono que mantuvo hasta su muerte en 1833.

En 1800, el número de españoles peninsulares se estima en 10 millones y medio de personas y la población de Madrid se estima en torno a 300 mil.

Por su parte, la revolución había estallado en Francia en 1789. En medio de una grave crisis económica, la élite burguesa agobiada por los privilegios del régimen monárquico, junto a la exasperación de las clases populares y del campesinado, empobrecidos por la subida de los precios y los impuestos, dieron origen a una asamblea nacional constituyente con el objetivo de redactar la primera constitución francesa.

En los años previos, nuevos fundamentos ideológicos comenzaban a minar las bases del derecho divino de los reyes. La Ilustración, cuyos principios eran la razón, la igualdad y la libertad que ya habían servido a las colonias norteamericanas para su independencia en 1783, ahora también eran una despensa de ideas para la revolución en Francia.

La asamblea redactó la primera “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, pieza que evolucionó hasta convertirse en un activo casi universal y es un ideario de incalculable valor para la modernidad. También se enfrentó duramente a la iglesia católica, eliminando su autoridad en temas económicos y subordinándola al estado. En 1791 se aprobó la constitución y comenzó una convivencia política entre una asamblea y la monarquía (una monarquía constitucional). Al año siguiente, esta última fue abolida para proclamar la república. En 1793, primero el rey Luis XVI y a final del año, su esposa la reina María Antonieta, fueron juzgados y ejecutados y estalló un periodo de absoluta conflictividad, revueltas y contra-marchas hasta que en 1799, el General Bonaparte dio un golpe de estado y estableció un régimen autoritario con la supuesta intención de salvar a la república de la posible restauración monárquica.

Napoleón combatió no pocas guerras sucesivas (y hasta paralelas) contra lo que podría llamarse la resistencia monárquica de buena parte de Europa. De entre éstas, la eventual alianza con España para combatir a Portugal y su tradicional alianza con el Reino Unido, devino en la Guerra de la Independencia Española que hizo tambalear su corona y causó un gran perjuicio a sus habitantes (cientos de miles de muertos), a su economía y a su posición internacional. Napoleón, como ya se dijo, proclamó a su hermano como rey de España, posición que intentó sostener entre 1808 y 1813, en un país en guerra, sólo donde los franceses lograban el control y con fuerte rechazo popular.

El entorno antes descrito es la base para dedicar una próxima publicación a los eventos caraqueños que nos lleven hasta el 19 de abril de 1810. 

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy buen matetial