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martes, 19 de abril de 2016

Viajemos hasta 1810

Carlos IV, Fernando VII, Napoleón Bonaparte, José Bonaparte, Vicente Emparan, Juan Germán Roscio, Francisco de Miranda y Martín Tovar Ponte

Viajemos hasta 1810. La Capitanía General de Venezuela cumplía 33 años, la Real Audiencia de Caracas 23 y el Consulado de Caracas 13. Es decir, que una descentralización del poder monárquico y una relativa independencia del Virreinato de Nueva Granada sumaban, como muchas, tres décadas que serían suficientes para dar paso al nacimiento de un nuevo país.

En 1799, Napoleón se había hecho con el control de Francia para evitar la restauración de la monarquía luego de la revolución francesa de 1789 y, atravesando España para combatir a Portugal, la atacó dando origen a la guerra de independencia española que desalojó provisionalmente a la monarquía, con Fernando VII a la cabeza, entre 1808 y 1813.

Carlos IV, el padre de Fernando VII, había abdicado en marzo de 1808 alegando problemas de salud (mucho tuvo que ver la presión popular en su contra). Fernando VII asumió el trono a la edad de 24 años pero a los 3 meses, en mayo, fue apresado por las fuerzas de Napoleón y recluido en Valencey (en Francia) hasta 1813 (se habla de arreglo de Fernando VII con Napoleón). A pesar de su reclusión, del control de Napoleón y del nombramiento de su hermano José como rey de España, todas las instancias de la monarquía española que se mantenían en pie de lucha, reconocían en Fernando VII a su único rey.

Por su parte, en 1810, el Capitán General de Venezuela era Vicente Emparan, un vasco de 63 años que luego de una extensa carrera naval pasó a ejercer cargos de gobierno para la corona española, primero como gobernador de Panamá entre 1789 y 1792 y, luego, como gobernador de Cumaná, con reconocido desempeño, entre 1792 y 1804 cuando regresó a España.

Precisamente, en mayo de 1808, Napoleón había logrado el control de Madrid y le ofrece a Emparan la Capitanía de Venezuela. Éste no aceptó el encargo y se trasladó a Sevilla, donde la Junta Suprema Central defendía los derechos de Fernando VII y le nombró Capitán de Venezuela.

Aceptando el nombramiento, Emparan dejó claro su apoyo a Fernando VII y partió a Venezuela inmediatamente para recibir el cargo de manos de Juan de Casas y Barrera que lo ostentaba desde 1807. En 1808, éste último había recibido a representantes franceses de José Bonaparte que venían exigiendo reconocimiento pero inmediatamente, un navío inglés trajo noticias de la resistencia española que alimentaban las esperanzas de la restitución de Fernando VII.

En general, la población venezolana y, más influyente aun, el poder económico, se mostraba leal a España y enfrentado a la Francia Napoleónica. Juan de Casas había tenido no pocos desencuentros con los mantuanos que le exigían que formara una junta como las españolas (que gobernaban en representación del apresado Fernando VII) y que se relajaran ciertos controles para el comercio pero éste no aceptó por temor a perder el control de la Capitanía.

Los mantuanos venían acumulando malestares por la dificultad que las guerras imponían al comercio y por los injustos controles a las exportaciones que imponía la corona y en este entorno tan inestable, Francisco de Miranda desde el extranjero y bastante alejado de la cotidianidad venezolana, arengaba por la independencia total. Los mantuanos más viejos aspiraban mayor independencia pero a través de la formación de juntas de gobierno a la española y, los más jóvenes, hijos de los mantuanos y que usaban la cuadra Bolívar como lugar de encuentro, ya discutían  las primeras ideas de auto-gobierno aunque seguían declarándose fieles a Fernando VII.

Las noticias volaban en todas las direcciones y al interior de la Capitanía se rechazaba cualquier fractura a la lealtad a Fernando VII, ni siquiera se apoyaba la creación de una nueva junta porque podía ser el germen de la independencia que se rechazaba por costumbre y ya tres siglos de status quo.

El 29 de enero de 1810 la Junta Suprema Central de España se disuelve para dar paso al Consejo de Regencia que tuvo como misión la organización de las cortes constituyentes que acabarían por redactar la primera constitución de España. Mientras tanto, en América, las juntas de gobierno que se venían constituyendo en respuesta a la dominación napoleónica, se mostraban leales a la persona de Fernando VII pero opuestas al gobierno de la Regencia o al de Francia. Las ideas liberales y republicanas, tanto de la revolución francesa como de la independencia de Estados Unidos, ya preñaban varias mentas de las juntas americanas.

El cabildo era una institución citadina predominantemente formada por criollos elegidos por los vecinos. Gozaba de atribuciones administrativas, judiciales y políticas para ocuparse de los temas locales de los habitantes de cada ciudad.

El de Caracas, epicentro de la Capitanía, ante la inestabilidad del poder de aquel momento, había sesionado el 19 de abril de 1810 para convencer a Emparan de presidir la junta de gobierno en rechazo a la ocupación napoleónica. Éste, como antes Juan de Casas, se negó y cuando todos se trasladaban a oír misa por ser Jueves Santo y ante el clamor de los presentes, reunidos en la que es hoy la plaza Bolívar, los miembros del Cabildo decidieron desconocer la autoridad de Emparan toda vez que la Junta que le había nombrado en Sevilla dos años antes, había desaparecido y había sido sustituida por una Regencia de dudosa legitimidad.

Emparan luego de recibir una negativa popular a su consulta pública informal sobre su permanencia en el cargo, renunció, regresó a España y moriría en Cádiz poco más de 10 años después, en octubre de 1820.

Esa misma tarde el Cabildo de Caracas se convierte en la Junta Suprema conservadora de los derechos de Fernando VII y luego de tomar control de los cuarteles de la ciudad y asegurar el apoyo de las provincias, designa el 25 de abril la Junta Suprema de Gobierno que será la primera instancia de gobierno autónomo de Venezuela.

Por su parte, a finales de abril de 1810 y sin estar al tanto de estos hechos, la Regencia nombra a Fernando Miyares, hasta entonces gobernador de Maracaibo, como reemplazo de Emparan. Desde Maracaibo, intentará proteger a Coro y Maracaibo del esfuerzo unificador de la Junta Suprema que ya gobierna en Caracas. Para la Regencia será el Capitán General de Venezuela por los dos siguientes años, hasta 1812, cuando sea el turno de Monteverde... pero esto es parte de otra historia por contar. 

miércoles, 6 de enero de 2016

Viajando a la Venezuela de 1800

Mapa de la Capitanía de Venezuela en 1800,
Grabado de Madrid en 1800 y
retrato de José Bonaparte
En 1800, hace poco más de 200 años, Venezuela todavía no era país. Era un grupo de provincias (estados) del reino de España. En 1777, el rey Carlos III, a través de la integración de la provincia de Venezuela o Caracas (un área geográfica que aproximadamente incluía al actual Distrito Capital y los estados Miranda, Vargas, Aragua, Guárico, Carabobo, Cojedes, Lara, Portuguesa y Falcón) con las de Cumaná, Guayana, Trinidad y Tabaco, Margarita y Maracaibo, creó una Capitanía General consolidando un territorio separado de la Nueva Granada (actual Colombia para simplificar).

Hasta entonces, cada provincia tenía como máxima autoridad a un gobernador que políticamente dependía del virreinato de Nueva Granada y, judicialmente, de la Audiencia de Santo Domingo (en la actual República Dominicana). 

En 1787 también se estrenó la Real Audiencia (Justicia) y en 1793, el Consulado de Caracas (Hacienda y fomento del comercio y la agricultura) que será el campo de práctica de los futuros gobernantes. Ambas nuevas instituciones vienen a cerrar un círculo que dará mayor integración, autonomía y poder al nuevo territorio y que luego de unos 15 años, habrán sido las bases del país que nacerá.

Aunque podemos decir que los límites externos del mapa de la Capitanía General se parecen bastante al actual territorio de Venezuela, incluían, al oeste, al sur y al este, tierras que, respectivamente, hoy forman parte de Colombia, de Brasil o están en litigio con Guyana e, igual que hoy, no incluían a las islas de Aruba, Curazao y Bonaire. Trinidad y Tobago si formaron parte de la nueva Capitanía General pero sólo hasta 1797 cuando fueron ocupadas militarmente por los británicos.

Para 1800, la población de la Capitanía se estima en alrededor de unos 800 mil habitantes (40 mil de los cuales residían en Caracas) con una composición socio-económica de castas que era muy "racial". Veamos una aproximación de la distribución:

- El 50% estaba conformado por mestizos (descendencia entre blancos e indios), mulatos (descendencia entre blancos y negros), zambos (descendencia entre indios y negros) y pardos (descendientes de cualquier otra unión de más de dos razas o entre las castas anteriores)
- El 20% eran blancos:
    - 1,5% peninsulares y
    - 18,5% eran los blancos criollos o mantuanos
- Los negros africanos sumaban el 17% de los pobladores y
- Los indios o pobladores originarios representaban el 13% de los habitantes

Los blancos eran la casta superior con el mayor número de privilegios, entre otros, el ser los principales actores del poder económico que había venido creciendo con la misma velocidad con la que lo hacían las cosechas y el comercio de cacao y tabaco. La máxima autoridad era el Capitán General, designado directamente por el rey, acompañado por el Consulado, la Intendencia y el Cabildo (integrados fundamentalmente por los blancos criollos y  propietarios) y todos acompañados por los representantes locales de la iglesia católica.

El bienestar, el progreso y las principales oportunidades de progreso estaban reservadas a la minoría blanca. La calidad de vida en la Capitanía iba descendiendo por la pirámide de castas hasta la base de apoyo que estaba conformada por indígenas y los esclavos negros extraídos de África. De allí que el malestar creciera entre la mayoría de los pobladores de la Capitanía, tanto por el injusto sistema que los sometía a la precariedad y las pocas oportunidades, como por los nuevos aires que empezaban a soplar con mayor fuerza y estaban comenzando a definir el nuevo orden de Occidente.

Entorno internacional

En España, a finales de 1788 falleció Carlos III y le sucedió su hijo Carlos IV, quien reinó 20 años, hasta 1808. Se dice que su falta de carácter y la astucia y determinación de Napoleón Bonaparte, hicieron que la corona española pasara a José Bonaparte, hermano mayor de Napoleón, quien “reinó” como José I hasta 1813, aunque como “rey intruso”, a decir de los españoles. En 1813, Fernando VII, hijo de Carlos IV, asumió el trono que mantuvo hasta su muerte en 1833.

En 1800, el número de españoles peninsulares se estima en 10 millones y medio de personas y la población de Madrid se estima en torno a 300 mil.

Por su parte, la revolución había estallado en Francia en 1789. En medio de una grave crisis económica, la élite burguesa agobiada por los privilegios del régimen monárquico, junto a la exasperación de las clases populares y del campesinado, empobrecidos por la subida de los precios y los impuestos, dieron origen a una asamblea nacional constituyente con el objetivo de redactar la primera constitución francesa.

En los años previos, nuevos fundamentos ideológicos comenzaban a minar las bases del derecho divino de los reyes. La Ilustración, cuyos principios eran la razón, la igualdad y la libertad que ya habían servido a las colonias norteamericanas para su independencia en 1783, ahora también eran una despensa de ideas para la revolución en Francia.

La asamblea redactó la primera “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, pieza que evolucionó hasta convertirse en un activo casi universal y es un ideario de incalculable valor para la modernidad. También se enfrentó duramente a la iglesia católica, eliminando su autoridad en temas económicos y subordinándola al estado. En 1791 se aprobó la constitución y comenzó una convivencia política entre una asamblea y la monarquía (una monarquía constitucional). Al año siguiente, esta última fue abolida para proclamar la república. En 1793, primero el rey Luis XVI y a final del año, su esposa la reina María Antonieta, fueron juzgados y ejecutados y estalló un periodo de absoluta conflictividad, revueltas y contra-marchas hasta que en 1799, el General Bonaparte dio un golpe de estado y estableció un régimen autoritario con la supuesta intención de salvar a la república de la posible restauración monárquica.

Napoleón combatió no pocas guerras sucesivas (y hasta paralelas) contra lo que podría llamarse la resistencia monárquica de buena parte de Europa. De entre éstas, la eventual alianza con España para combatir a Portugal y su tradicional alianza con el Reino Unido, devino en la Guerra de la Independencia Española que hizo tambalear su corona y causó un gran perjuicio a sus habitantes (cientos de miles de muertos), a su economía y a su posición internacional. Napoleón, como ya se dijo, proclamó a su hermano como rey de España, posición que intentó sostener entre 1808 y 1813, en un país en guerra, sólo donde los franceses lograban el control y con fuerte rechazo popular.

El entorno antes descrito es la base para dedicar una próxima publicación a los eventos caraqueños que nos lleven hasta el 19 de abril de 1810.