sábado, 27 de diciembre de 2014

Del 2014 al 2015


Aunque el ánimo no me acompañe para llover sobre mojado, poder leerme a futuro me obliga a dejar este breve resumen que atestigua mi 2014 vivido en Venezuela y, casi como conclusión obligatoria he añadido algunos pensamientos temerarios sobre el año por venir.

Un año más, todo el 2014 fue desbordado por la inseguridad y el desorden. Hemos estado arropados por la pérdida del control público del bien y del mal. Asesinato, secuestro y asalto son las tres tristes amenazas que nos siguen golpeando pero que ya no nos sorprenden. La anarquía se ha hecho habitual y cotidiana en nuestras ciudades y pueblos. Hace rato que se perdió todo gesto de respeto, orden y convivencia. La calle es un “sálvese quien pueda” y “yo paso primero”. Es muy duro descubrir que para las nuevas generaciones esta pareciera la única forma de convivencia a la que la mayoría se ha adaptado. Todo conspira para que así sea y me indigna ver que mucha gente, en cierta forma, no sólo la tolera sino que la disfruta.

Otro fenómeno social que ha sido cotidiano todo el año es la emigración. Entre los que se fueron, los que se van y los que lo están pensando, cualquiera contará un alto porcentaje de su entorno. Cada día más, cualquier destino externo es bueno. La emigración no es nueva. Empezó tímidamente hace 15 años pero ha venido creciendo con mucha fuerza desde 2012. En 2014, fue contundente. Hace 10 años se iban familias enteras, principalmente asustadas por temas de seguridad. En esa primera oleada fuerte, los que se marchaban a los Estados Unidos o a España recibían buenos deseos y críticas por igual. En los años recientes y en éste, se marchan a borbotones los jóvenes recién graduados y parejas de recién casados. Ya no reciben críticas, todo aviso de alguien que se marchó, es celebrado con una alegre tristeza. Los nuevos destinos incluyen a Colombia, Panamá, Ecuador y Chile.

Este año también volvimos a reprobar tres materias fundamentales: escasez, inflación y devaluación.

Creo que como en Venezuela llevamos tantos años con inflaciones de 25% (en los años buenos) y ajustes salariales que intentan compensarlo, lo más desagradable a estar alturas es no conseguir hacer la compra de lo que necesitas (no de lo que quieres) de manera normal. Escasean demasiados productos. El concepto de marca se perdió en muchos rubros. Cambiamos nuestra compra semanal o quincenal de nuestros productos favoritos por visitas diarias a cualquier comercio a hacer una cola por lo que haya, sea cual sea la marca y la presentación.

Por ejemplo, durante un mes hay una escasez aguda de leche pasteurizada y de pronto, durante una o dos semanas, los supermercados son bombardeados por presentaciones desconocidas de leches de Perú, Ecuador o Nicaragua. Todo el mundo, cuando puede, compra todo lo que puede de los bienes escasos, en consecuencia, es difícil sufrir escasez absoluta pero lo cierto del caso es que abastecerse de comida y productos básicos se ha vuelto un sinvivir. Como sólo exportamos petróleo e importamos todo lo demás y desde hace 2 años, los dólares que entran dejaron de alcanzar, hay carencia de todo: comida, productos de higiene, repuestos, electrodomésticos, electrónica, línea blanca, pasajes internacionales, medicinas, ropa y calzado y casi todos los productos.

El valor del dólar subió oficialmente al legalizar dos nuevos tipos de cambio: desde Bs. 6,30 a Bs. 10 para unas necesidades y a Bs. 50, para otras. El cambio extraoficial explotó, pasando de Bs. 70 a Bs. 170 durante el 2014. Estos 4 tipos de cambio: 6,30, 10, 50 y 170 generan un remolino que ha generado incoherencias y desequilibrios difíciles de explicar y mucho más difíciles de asimilar. Los activos más importantes de una familia: vivienda y vehículo, se transan a tasa libre (170). Medicinas, los rubros alimenticios más básicos y varios servicios públicos a la menor tasa (6,30). Muchos de los otros bienes a cualquier valor en medio de los dos extremos. La gasolina sigue tirada, sin embargo, la inflación anual parece estar montada en 75% (si algún día vuelven a publicarla, ya que ha estado escondida casi todo el año). 

El pulso político fue variable a lo largo del año. En los primeros meses, una ola de protestas recorrió el país y movilizó a la sociedad opositora bajo el mando de organizaciones estudiantiles de las principales universidades. La frustración e indignación ante un gobierno terco y sordo se transformó en protestas que recibieron una respuesta brutalmente represiva que transformó la rabia en violencia y que se saldó con 50 muertos y centenares de presos, algunos de los cuales aun no recuperan su libertad. Las menciones especiales de los caídos políticos son por ahora, para Leopoldo López, el líder nacional, dos Alcaldes y la exdiputado María Corina Machado (destituida y apartada de la Asamblea por la mayoría oficial). El 2014 cierra con un aparente “control total” del gobierno. Acaban de llenar las vacantes del poder ciudadano, moral y electoral de acuerdo con sus planes y desconociendo una vez más la constitución y el balance democrático. La imagen internacional del gobierno comenzó a mostrar sus contradicciones y la revolución ha perdido brillo y fuerza, sin embargo, internamente, la falta de estatura política y cohesión de la oposición y la confiscación de medios y recursos públicos por parte del gobierno han dificultado consolidar una opción que le dé cuerpo al descontento y la esperanza.

Justo en el último trimestre, los precios del petróleo se desplomaron. Eso hará que los ingresos en divisas, en principio, se reduzcan a la mitad porque venimos de varios años a 100 dólares el barril y justo ahora lo vendemos o lo transamos a 50.

Luego de este repaso de las terribles cotidianidades que nos castigaron este año, llega el turno de imaginar el 2015 que comienza en menos de 1 semana. Predecirlo a partir del 2014 y el 2013, nos encuentra con 4 variables diferentes:

2015 es un año electoral y 2014 no lo fue (uno de esos pocos y extraños años)
2013 cerró con un barril promedio de casi 100 dólares y se proyectaba un 2014 igual pero está cerrando con un promedio de 90 dólares y se ha proyectado un 2015 a 60 dólares (un 40% menos de ingresos externos)
2013 cerró con un dólar extraoficial de Bs. 40 y en 2014 promedió 120 Bs. por dólar (el Bolívar perdió dos tercios de su valor en 2014)
2013 cerró con crecimiento cercano a 1,5% y, aparentemente, en 2014 estamos en recesión

Ahora bien, ante las elecciones, un gobierno chavista seguirá intentando vender ilusiones a sus seguidores, mientras que hacia los adversarios promoverá la abstención con todas sus fuerzas y estrategias, buscando que los resultados los definan los circuitos a la medida y el clientelismo. 

Entonces, ¿cómo luce el 2015?

Para ser muy breve, la inseguridad, la anarquía y la emigración continuarán igual o crecerán en este año nuevo.

En el terreno económico, es fácil predecir un año con peores indicadores: la inflación, la escasez, la devaluación y la recesión continuarán complicando la vida de los venezolanos. Si no se toman medidas, el año será el doble de malo que 2014. Sin devaluar oficialmente y sin subir el precio de la gasolina, no sólo habrá menos dólares, sino menos bolívares. Eso puede ayudar a contener la inflación, sin embargo, una mayor escasez será una oportunidad aun más apetitosa para el contrabando (que ya es la forma de vida para miles de venezolanos) y por allí se alimentará la devaluación y la inflación. En consecuencia, se puede pensar en una inflación de 80% pero no teniendo fondos para ajustar así el salario mínimo, es más o menos predecible que aumente el precio de la gasolina a 5 Bs. el litro y, seguramente, el cambio de 6,30 se unificará con el dólar de 10 bolívares y se irá deslizando en la medida que lo necesiten. Los rubros no prioritarios pasarán al dólar de 50 (que se podrá deslizar a 80) y el extraoficial seguirá creciendo al ritmo desenfrenado que lleva, pudiendo terminar 2015 por encima de los 300 bolívares. 

En fin, dos años muy malos en los que podría estar gestándose un nuevo cambio del control del estado y para quienes conocen y repasan la historia de Venezuela no sería descabellado intuir que el cambio podría ser color verde oliva.