sábado, 22 de diciembre de 2012

De CAP, de Chávez y del futuro de Venezuela


Cuando en su momento, el país entero juzgó a CAP en los noventas, varias veces uní mis propias cacerolas al ritmo de la indignación general que marchaba “por esas calles”.

Aunque CAP nunca fue uno de mis personajes favoritos porque en mi opinión durante su primer gobierno se sembraron algunos de los anti-valores que hoy nos tienen como nos tienen, hace unos años (y sobretodo después de leer a Mirtha Rivero) comencé a comprender que él no fue la bestia corrupta y viciosa que nos vendieron en su momento.

Recuerdo esto justo ahora, cuando supuestamente otro gran personaje venezolano estaría dejando la escena política, porque quiero esforzarme para no quedar atrapado en la evaluación simplista y cómoda de Chávez: si eres chavista debes venerarlo sin cuestionamiento alguno por encima de todas las cosas pero si eres opositor debes descalificarlo y desmeritar cualquiera de sus intenciones y acciones.

Siempre he pensado que aunque cada sociedad es única, compartimos contextos que marcan nuestro desenvolvimiento histórico natural. Así como en los tiempos de libertad y repúblicas de finales del siglo 18, no era lógico defender la esclavitud y la realeza, en la actualidad debería ser natural arropar la globalización, la integración económica inteligente entre países y el combate a la pobreza desde la libre generación de riqueza.

En este sentido, que Chávez haya encabezado un movimiento regional para impulsar su modelo en contra de la modernidad, a pesar de sus intenciones finales y algunas realidades locales que podrían justificarlo, me parece un grave error que nos está costando años de mejor vida para todos.

Este socialismo del siglo 21, ha tomado lo peor del modelo liberal de desarrollo para impulsarse al otro lado del péndulo, el desarrollo 100% controlado por el estado, que está más que probado que produce peor que casi cualquier otro enfoque.

¿Que sería hoy de Venezuela y de Chávez si en vez de él radicalizarse con respecto a la modernidad, hubiese adoptado un hacer más parecido a lo que se está intentando, por ejemplo, en Brasil y en Chile?. Si además de impulsar los programas de inclusión social que ha diseñado y puesto en marcha, con su mismo gigantesco entusiasmo y poder de convencimiento hubiese propiciado el desarrollo y el crecimiento incorporando la iniciativa privada nacional, estoy casi seguro que Venezuela habría crecido mucho más, la pobreza sería significativamente menor y el valor personal e histórico de Chávez hubiese rebasado cualquier límite.

Pero no ha sido así. Él equivocó el camino, aunque ha logrado reivindicar los derechos fundamentales de las mayorías pobres y esa es una alarma de conciencia, al menos, para Latinoamérica.

Sólo deseo que sus sucesores políticos, sean quienes sean, tomen en cuenta el momento histórico que vive el mundo occidental, que humildemente tomen lo mejor de los últimos 10 años de experimento y desechen lo peor, para ayudarnos a andar hacia nuestro mejor futuro.

La eventual ausencia de Chávez dejaría un vacío que difícilmente será ocupado por un solo venezolano en los próximos 2 ó 3 años. En consecuencia, la fuerza de un carismático innegable ya no estará presente para empujarnos a través de este error llamado socialismo del siglo 21. Ojalá que pronto lo vean quienes lo tienen que ver o seguiremos apartándonos de nuestros destino y seguiremos perdiendo preciosos años de vida y de oportunidades. 

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