Para comenzar debo transmitir mis condolencias a sus familiares, admiradores, amigos y a su natal Tucumán.
Debo admitir que aunque reconozco su voz y algunas de sus canciones, no soy un admirador o fanático. No porque me desagrade. Simplemente, no la he oído lo suficiente, quizá, porque mi entorno no estuvo tan expuesto a su arte. Sin embargo, lo primero que hice al leer la nota de prensa de esta mañana anunciando su partida, fue buscar su “Gracias a la vida” en YouTube y leí los primeros comentarios al video y me impactó el calor de quienes las escribieron y eso me llevó a pensar y ahora a escribir esta breve reflexión.
Sólo hace 2 horas se publicó la noticia y ya se leen condolencias y despedidas desde España, Chile, Brasil, Turquía, México, Colombia, Perú, Argentina y seguirán desde todas partes. Especialmente, alguien escribió que admiraba y envidiaba la misión de vida que había escogido Mercedes y otro, que le pedía a la vida parecerse a Mercedes y que no lo dejase morir apático y sin trascender.
Son eventos como estos los que me hacen pensar el rol que cada quien juega dentro de su propia obra y a lamentar cuantos pequeños detalles nos ocupan y nos distraen de lo verdaderamente trascendente. Definitivamente, la trascendencia es entrega, es dar, es ser menos egoísta y servir. Hay muchas maneras: la del padre, la del amante, la del amigo, la del líder, la del maestro, la del vecino, la del empresario. Sólo es cuestión de encuentro, propósitos y acción.
Gracias a la vida que me da tanto.
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