Luego de estos 6 meses en los que los principales partidos no quisieron acordar un nuevo gobierno, en breve se repetirán las elecciones y el panorama luce relativamente parecido al de finales de 2015, aunque con menos incertidumbres sobre lo que aspira la gente.
Ciudadanos y PSOE intentaron una alianza que de haber recibido el apoyo de Podemos, habría dado paso a un gobierno de izquierda moderada con Pedro Sánchez a la cabeza, sin embargo, pareciera que Pablo Iglesias y su equipo, fieles a sus principios, no compartían el acuerdo y calcularon que valía más la pena ir a nuevas elecciones para darse el chance de crecer e intentar tomar el segundo lugar y presentarse, como efectivamente lo están haciendo, como la alternativa de cambio real a la tradición a la que acusan, agitando las banderas del 15M, de inmóvil, insensible y corrupta.
Podemos ha seguido sumando apoyos de los más excluidos del sistema y, específicamente, junto a Izquierda Unida se presenta ahora como Unidos Podemos, lo que automáticamente proyecta una mejora de sus resultados (aparece en las encuestas como la segunda fuerza). Estas encuestas indican que el PP de Rajoy repetirá como la lista más votada, que el PSOE de Pedro Sánchez tendría una ligerísima pérdida y que Ciudadanos seguiría en cuarto lugar.
España parece dividida en dos grandes bloques (aunque la paleta política sea más amplia, variada y compleja): los que se ubican más al centro y prefieren reformas y mejoras al status quo y los que apoyan cambios profundos. Esos dos grandes bloques se forman, en el primer caso, sumando los eventuales votos del PP (29%), el PSOE (21%) y Ciudadanos (15%) y, en el segundo caso, los que apoyan a Unidos Podemos (25%) y a los Otros (10%).
A juzgar por las encuestas, el primer bloque, los moderados, es clara mayoría, aglutinando al 65% del electorado y, por su parte, el bloque que aspira y propone reformas profundas, se quedaría con el 35%.
Pareciera que el español promedio aspira a un gobierno alejado de ambos extremos, que compatibilice la generación de riqueza y de empleos con mayores beneficios sociales, que plante cara seria a la corrupción y que, manteniéndose en Europa, haga una actualización de su constitución e instituciones.
¿Serán capaces de entenderlo y aceptarlo los egos del PP y del PSOE para aparcar sus diferencias históricas aunque accesorias? ¿Se hará con el poder la izquierda más radical aun siendo minoría?
En dos semanas se tomará la foto con la que habrá de reiniciarse otro chance de formar gobierno. Se prevé que esta foto seguirá desafiando la flexibilidad y el olfato de las estructuras políticas tradicionales que aunque cuentan con el impulso y el peso de sus propios aciertos y errores, deberán desechar dogmas y prejuicios para adaptarse al momento actual e intentar que España siga acercándose a sus referentes europeos o, por una egoísta miopía, la dejen que se preñe de incertidumbres, de venganza y ensayando nuevas fórmulas de vieja data con poca garantía de éxito.
¿Dónde estará España en 2020? Ya veremos.
2 comentarios:
Muy interesante el análisis y me quedé con las ganas de leer más en detalle. Me sorprende la afirmación de que las diferencias entre el PP y el PSOE son accesorias. Y me sorprende porque sus matrices ideológicas son muy distintas (puedo estar equivocado), y porque de ser así España corre el peligro de la "venezolanización" de su sistema, cuando AD y COPEI se convirtieron en dos caras de la misma moneda, y la gente termine por recharzarlos a los dos. Un abrazo, Juan-
Gracias Johnny! Sin duda las raíces y visión de país son diferentes (e irreconciliables para los más radicales dentro de cada partido) pero accesorias al tener que enfrentar la amenaza anti-sistema que tienen por delante y la mayoría de la gente pareciera estar pidiendo un acuerdo hacia el centro para esta legislatura
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