Si vives en Venezuela, los siguientes párrafos te podrían parecer insuficientes, lugares comunes o hasta una pérdida de tiempo, sin embargo, están dedicados a los que no viven por estos lados pero se animan a exaltar el estado de bienestar que acá se va logrando, seguramente, ignorando o minimizando estas “enfermedades” cotidianas.
Lo cierto del caso, es que a pesar de que algunos aspectos para un grupo importante de venezolanos podría haber mejorado en los últimos años, las siguientes 9 realidades degradan
la calidad de vida a pesar de esas mejoras o del optimismo y alegría propios de la gente de esta
tierra de bendiciones.
Cada vez más gente
respeta menos. El tránsito vehicular y peatonal es egoísta y por momentos
se convierte en una anarquía agresiva. En cualquier vía los vehículos se
cambian de canal sin avisar, las luces de cruce se usan muy poco mientras que
las cornetas o bocinas se usan demasiado. Las motocicletas, por miles, circulan por donde sea (entre
canales, en las aceras, en las autopistas o en contra-vía). Los semáforos se
respetan si no hay más remedio y en casi todos, sanos y enfermos presentan un acto de circo, venden cualquier cosa o te abordan con el "ayúdame con algo". Entre peatones,
eso de caminar por la derecha hace rato que pasó de moda. En las vías principales de las ciudades, la
gente se puede estacionar en los canales de la derecha interrumpiendo el
tráfico (se ocupan uno y hasta dos canales) mientras el chofer o el copiloto aprovecha
de hacer una compra de lo que sea.
El servicio eléctrico
es deficiente. Al menos, una vez a la semana, fallas eléctricas interrumpen
la normalidad por horas y hasta por el día completo. Hay zonas del país con
peor servicio que otras con excepción de Caracas, donde se puede decir que las
interrupciones están dentro de los estándares.
Varios productos básicos son difíciles de
conseguir. Un mes se consiguen sin problemas 4 ó 5 de cada uno de los 10 productos que se
van a comprar, mientras que 2 ó 3 se deben comprar de una marca distinta a la
que se acostumbra (que se tendrán que volver a cambiar el mes entrante) y 2 no se
consiguen en el comercio de confianza (se deben visitar 2 ó 3 comercios
adicionales o pedir a otros que te los compren si los consiguen).
Cada día casi todo es un
poco más costoso siempre. Los precios de los alimentos, suben entre 40 y
50% al año. Los precios de todos los productos y servicios, en promedio, suben 25%. El salario mínimo también crece por decreto un 25% al año,
aunque los ajustes de otros salarios mayores pueden ser menores a la inflación.
La oferta de todo es
escasa. A toda hora, en todos los comercios y tiendas hay que hacer filas para ser atendido o pagar por una
compra. Los estacionamientos, las agencias de banco, las oficinas públicas, los
consultorios médicos, las clínicas, los cines, los supermercados, las
farmacias, las peluquerías y las panaderías siempre están atestados de clientes.
En Caracas, por atrever una referencia, podría decirse que necesitamos el doble de
establecimientos de los que están disponibles.
No hay libre
convertibilidad de la moneda. Para viajar fuera de Venezuela se hace
necesario pasar por un laborioso proceso de solicitud de compra de divisas que se debe planificar, al menos, con 2 meses de antelación al viaje. De acuerdo con
el destino y la duración, el gobierno autoriza a los bancos la venta
de entre 1.000 y 3.000 dólares por tarjeta-habiente por año (al cambio de Bs.
4,30 por dólar) para todos los gastos fuera del país (el boleto
aéreo se adquiere en Bolívares). Para gastar en dólares es obligatorio tener
una tarjeta de crédito. Sólo puedes comprar US$ 500 en efectivo al año para todos los viajes. Al regreso del viaje, se debe demostrar, además, el uso dado a los
dólares comprados. Deben ser detallados y soportados con facturas en una
relación y no puedes planificar otro viaje hasta que hayan revisado tu reporte.
Las principales
ciudades son peligrosas. La amenaza va desde que le roben el celular mientras
camina en la ciudad o dentro de su propio automóvil hasta que le secuestren para intentar desbancarle a Usted o a su familia. Las grandes ciudades después de las 9 de la noche, parecen un
claustro más que las urbes tropicales que deberían ser. Anualmente son asesinadas 18.000
personas. Las muertes ocurren
principalmente entre delincuentes o en zonas rojas y rara vez, aunque está subiendo la
frecuencia, se reportan muertes violentas en las “áreas comunes” de las ciudades.
Las vías de
comunicación colapsaron. La mayoría de las vías están en muy mal estado,
con asfaltado, alumbrado y señalización deficientes. Las lluvias, además de
dañar el asfaltado, producen derrumbes y fallas de bordes por todo el país, lo
que disminuye la velocidad promedio en decenas de kilómetros por hora y
propician más accidentes de tránsito. Si se vive en las afueras de la ciudad, la
ida al trabajo le puede tomar entre 1 y 3 horas de su tiempo todos los días. El retorno tardará algo menos
al evitar horas pico.
Los medios de comunicación del
estado está al servicio del gobierno. Con un alto porcentaje de informativos,
programas de opinión y mensajes editoriales, las decenas de medios del estado tienen
presentadores y anfitriones que opinan como miembros del partido y se suceden explicando
y exaltando los beneficios y virtudes del socialismo y de la gestión
del gobierno. No existe auto-crítica, sólo para quienes son poco radicales con la oposición. En muchos espacios se acusa al capitalismo y la economía
de libre mercado de ser los responsables de todo lo malo que ocurre en el planeta. A las empresas, políticos, funcionarios o personas que piensen
de manera diferente, se les llama traidores, imperialistas, enemigos públicos, corruptos, asesinos, narcotraficantes o cualquier otro calificativo coloquial y suficientemente contundente.
Aunque cada sociedad tiene lo suyo y cada quien tiene la
capacidad para enfrentar lo que le toca vivir, estas 9 realidades venezolanas
descubren la precariedad y el retroceso del país en temas fundamentales para la
vida moderna.
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