domingo, 31 de julio de 2016

¿Revocar o morir en el intento?


De la lectura del artículo de Luis Vicente León del 31 de julio de 2016 se infiere que él piensa que a pesar de que el Referéndum Revocatorio es un derecho constitucional, el gobierno no lo va a permitir y que si la oposición se empeña en conseguirlo (luego de calcular si sus fuerzas pueden resistir e imponerse) tendrá que meterse en una “guerra” con el chavismo aun sabiendo que la mayoría de los recursos van a estar del lado del PSUV. También anticipa que si al final la MUD logra hacerse con el poder, el futuro gobierno sería constantemente atacado por un chavismo rabioso que haría tambalear la gobernabilidad y comenzaría a cultivar su regreso sobre las duras correcciones que el país necesita.

Él, entonces, muestra que una posible alternativa para “ganar” ahorrándole la costosa confrontación al país sea una negociación para intercambiar el Revocatorio por un ajuste del status quo aplazando la confrontación electoral para cuando sea menos nociva para el chavismo. Menciona que la oposición podría intentar obtener la pronta liberación de los presos políticos, el recorte del periodo, el balance del resto de los poderes, las elecciones regionales (añado), etc. y, me imagino que, por su parte, el chavismo, a cambio, ganaría tiempo para intentar reducir la pérdida de apoyos y competir cuando no esté amenazada su supervivencia.

Esta negociación podría romper la unidad de la oposición para complicar aun más los escenarios de cambio.

Lo cierto del caso es que analizando el supuesto de la negociación no soy capaz de ver por qué el chavismo entregaría algo, ni ahora ni después, cuando ha mostrado que su proyecto no alterna por temor a morir. Su única opción es aguantar la crisis sin ceder más allá de lo que acostumbra, hasta que se recuperen los precios del petróleo o hasta que el país termine de acostumbrarse a su deprimente actualidad. Suelo imaginar sus debates donde calculan que si los cubanos han aguantado así y hasta en peores condiciones, los venezolanos también lo harán. 

Por 17 años las oposiciones al chavismo han tenido que usar su apoyo promedio de 40% del electorado para conformarse con el 10% del poder político real. Sin embargo, justo cuando comenzaba el año 18 de este período, el tradicional 40% se hizo mayoría aunque el poder real sólo subió al 20%. Es decir, el chavismo sigue detentando el 80% del poder total. Incluso, después de unas próximas Regionales que la MUD ganase 70 a 30 y si además logra balancear el TSJ y el CNE, llegaría al 35%. Sólo haciéndose también del Ejecutivo, podría acumular un 75% que le permitiría, por ejemplo, refundar el país a través de una nueva Constituyente.

La MUD sabe que como nunca en estos 18 años, ha estado tan cerca de tomar los destinos del país porque cuenta con el apoyo mayoritario. Más que apetito político, que sin duda y legítimamente debe tener, el mandato natural e incluso patriótico es el de rescatar a la nación del triste pozo en el que la han querido arrastrar. 

Quiero pensar que tanto la MUD como los venezolanos que hemos visto como nos alejamos del futuro para el que nos hemos estado preparando toda la vida, ahora preferimos apostar por el Revocatorio, por costoso que resulte, a confiar en un mejor posicionamiento futuro que, dicho sea de paso, no luce probable sino que por el contrario, parece enturbiarse cada día. El que no se pueda cambiar al país por las vías democráticas y electorales, dibujaría otro puente por cuyo paso habremos de preocuparnos de ser necesario.

Aun sin contarme entre los de posiciones extremas, creo que no es históricamente coherente esperar que la actual oposición venezolana enfríe sus guáramos y saque a relucir una paciencia tibetana mientras Venezuela se nos sigue confundiendo de época y de continente. No más.

1 comentario:

Antonio dijo...

Comnpletamente de acuerdo contigo, Juan Carlos. Me temo que a los dirigentes actuales de la oposición (no termino de tragar al tal Chúo Torrealba quien parece dejarse encandilar por lentejuelas) no están a la altura de las circunstancias, pero hay que continuar exigiéndoles que vayan hasta el fondo con lo que 80% del país reclama desesperadamente. El análisis de LVL es sesgado porque no considera que la comunidad internacional puede ser un factor de apoyo importantísimo en caso del triunfo de la oposición en unas hipotéticas elecciones presidenciales. No hay que engañarse. Venezuela tardará una generación o más en recuperarse, pero no podemos, como sugiere este señor, "más vale malo por conocido que bueno por conocer", que es una resignación entreguista y cobarde. Un saludo.