jueves, 7 de mayo de 2015

La alergia al libre mercado es un delito


El modelo económico que el socialismo del siglo XXI le ha impuesto a Venezuela ha perdido sus equilibrios, al menos, desde hace 3 años. La economía planificada, controlada y subsidiada por el estado, que se ha establecido desde 2003, requiere una cantidad de recursos públicos que ahora no están disponibles.

El modelo planificado intenta luchar contra la oferta y la demanda y eso conlleva un alto precio que, al principio, lo asumía el estado y que, al disminuir el saldo en nuestras cuentas públicas, ha comenzado a ser pagado por toda la población, en forma de inflación y de escasez.

No es difícil aceptar que el modelo de libre mercado puede en ocasiones resultar cruel para la gente con bajos ingresos (sobretodo en una sociedad en la que éstos abundan) pero, como ya hemos comprobado, decretar el precio de las cosas es  imposible o, mejor dicho, pensar que decretar el precio de algunos productos garantiza su disponibilidad a precios "justos", es una perversa ingenuidad.

La única salida es una combinación de: un obsesivo compromiso y las acciones necesarias para aumentar la producción, campañas que intenten desacelerar ciertos tipos de consumo (nocivos o irresponsables) y, mientras se combate la pobreza, brindar inteligentes subsidios directos a quienes los necesitan.

La gente se ha quejado del más reciente aumento de sueldos decretado hace pocos días por insuficiente ante la inflación pero mientras no se modifiquen las políticas que desincentivan la producción, poner más dinero en manos de todos sólo terminará acelerando más la inflación y la escasez.

Si 10 personas llegan a un mercado, cada una con al menos 100 Bolívares para comprar una manzana, y sólo hay 3 manzanas a la venta, el precio de éstas subirá hasta el máximo monto que alguno de los oferentes esté dispuesto a pagar por ellas. Si a la semana siguiente, se repite la rutina pero los consumidores vienen con 130 Bolívares, sin duda alguna, las 3 manzanas subirán automáticamente de precio. ¿Le suena?

Si el estado regula el precio de la manzana, obligando a que cada una sea vendida a Bs. 10, alguno de los 3 afortunados que compren una, la podrá revender clandestinamente y  sin controles porque sabe que hay una necesidad y que alguno de los otros 9 interesados está dispuesto a pagar por encima del precio controlado. ¿Le sigue sonando?

Si por el contrario, en vez de 3, en el mercado se ofrecen 100 manzanas, el poder pasará a mano de los compradores y el precio de la manzana bajará hasta el mínimo que el  oferente esté dispuesto a vender para no perder porque habrá más que una manzana disponible para todos los que quieren comprar.

Creo que el ejemplo es claro cuando hablamos de manzanas pero qué pasa cuando el producto en cuestión es de vida o muerte para el consumidor. Si se le deja en manos del libre mercado, terminará excluido y quizá muerto por no poder pagarlo (por ejemplo, una medicina). En este caso, sin duda alguna en países con un alto porcentaje de población con bajos ingresos, es necesario una intervención en forma de subsidio o de caridad.

No existe una economía controlada en el mundo moderno que haya sido capaz de atender esta situación con suficiencia. Hay docenas de pruebas fallidas, a lo largo de más de un siglo, de intentar la modificación de las conductas humanas de consumo. En consecuencia, insistir tercamente en un modelo que ha fracasado decenas de veces, es un crimen.

La única forma (y estaría por verse) de que este modelo funcione en Venezuela es que la producción petrolera creciera todos los años, al menos en la misma proporción en que crece la población, que el precio del petróleo creciera todos los años, al menos en la misma proporción en que lo hace la inflación mundial y que hubiera una manera de cerrar las fronteras del país, para no permitir el contrabando hacia nuestros vecinos.

Todo esto, claramente, resulta altamente improbable y, en consecuencia, la salida lógica es aprovechar inteligentemente las realidades del libre mercado para que la economía genere mayores riquezas y calidad de vida para más venezolanos. Contamos con decenas de ejemplos exitosos para imitarlos. Adicionalmente, contamos con el apoyo del petróleo en manos del estado para subsidiar dónde y mientras sea necesario. ¿Por qué cree Usted que nuestros administradores siguen por un camino que ya se ha probado y ha sido un fracaso? Ilumínenos por favor.

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