lunes, 18 de mayo de 2015

Nunca será tarde para lo nuestro

Saboyano, tomates, pan de leche, ají dulce, piñonate, chucho y coscorrón son algunos de los tantos productos margariteños que siempre han estado aquí y que afortunadamente, seguirán adornando la cartografía culinaria del país después de nosotros.

Es muy fácil probar y quedar enganchado y apreciar lo extraordinario de estos artículos nuestros, ya sea que incluyan receta de cocina o que se cultiven en nuestra tierra.

Si en lugar de estar escribiendo desde Margarita, me encontrara en Lara, en Bolívar, en Táchira, en el Zulia o en cualquier otra región de Venezuela, los nombres serían otros pero el sentimiento y el gusto serían los mismos. Nuestro país está repleto de regalos (culinarios en el caso de esta nota).

Pero volviendo a la isla, me suena un timbre en la cabeza al percatarme que en los últimos 40 años en que esta perla de El Caribe ha sido la joya favorita para las vacaciones locales de tantos venezolanos, el típico encargo que nos hacían o el típico regalo que llevábamos fue pasando de las cholas (sandalias) Aloha al triángulo de Toblerone, alternándose con Whiskys escoceses, quesos holandeses, sábanas de pavo real y metros de goma de mascar norteamericana, con mucha más frecuencia que la de los verdaderos tesoros paridos en esta mágica isla.

Tratando de rescatar alguna bendición de los malestares económicos que ahora le aprietan el estómago a Venezuela y que han hecho que este Puerto Libre también quedé preso de la brutal devaluación y muestre escuálidas o inaccesibles estanterías de productos importados, quisiera poder alegrarme de que la producción autóctona de dulcería margariteña y de productos “Hechos y cultivados en Margarita”, reemplacen, al menos parcialmente, una parte de esos históricos encargos y regalos importados de este Puerto Libre.

No intento atacar la política de puerto libre que le ha generado tanto éxito a la isla, trato de alegrarme de que las circunstancias actuales podrían estar abriéndole mercados a los fabulosos productos locales que tanto impacto podrían generar a la isla, al país y a nuestra auto-estima.


Si no conoce esta dulcería o estos productos sin desperdicio, búsquelos en su próxima visita. Su paladar y el alma del país se lo van a agradecer.  

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