viernes, 6 de mayo de 2011

¿Futuro verde o futuro negro?

Durante la última década o incluso desde antes, se ha hecho más común hablar de lo verde: de calentamiento global, de ecología o de la preservación del medio ambiente.


De acuerdo con los defensores más comprometidos con esta causa la sobre-explotación de los recursos nos está acercando al agotamiento del actual modelo de vida humana y, por consiguiente, nuestra manera de consumir y de interactuar con nuestro medio ambiente son ridículamente suicidas.

En pocas palabras, si la humanidad no consigue pronto formas verdes de vivir, el porvenir de nuestros hijos y nietos están amenazados ya que  tenemos rato trabajando en su exterminación.

En mi opinión, la gente común y corriente que nos hacemos eco de este mensaje sentimos que la responsabilidad principal es de otros: de la ONU, de los gobiernos, de las grandes empresas, de intereses económicos ocultos, conspiradores y malignos, en fin, de abstractos que tienen nombre pero a los que en general no se les puede exigir u oír con facilidad.
Pareciera que a muchos se nos calma el sentimiento de culpa reusando el papel de la oficina por ambas caras, cerrando el grifo mientras nos cepillamos o desconectando el cargador del teléfono móvil cuando la batería ya se cargó pero si en los próximos 10 años la población mundial lograse reducir el efecto de su consumo en un 20% sólo habremos dejado de empeorar la situación actual porque durante esos 10 años la población habrá crecido más o menos ese mismo 20%.

Ahora bien, seguramente eso está bien como primer paso. Debemos evitar que el deterioro de La Tierra se acelere mientras seguimos buscando y encontrado formas verdes para continuar viviendo sin extinguirnos.

Conseguir este balance pasará por encontrar maneras totalmente distintas de alimentarnos, de transportarnos, de trabajar y de disfrutar. Aún no logro imaginar del todo esas nuevas formas pero, desde todo punto de vista, tienen que ser mejores que las actuales. No concibo el hombre regresando a rutinas de vida medieval, sin viajar, sembrando su propia comida en comunas, usando pañales de tela o sin internet. Lo imagino si, encontrando nuevas energías, materiales, productos y tecnologías que nos permitan seguir evolucionando sin poner en duda nuestro futuro.

Despido esta reflexión invitándonos a que plantemos un árbol cada año, a reducir nuestro consumo personal de agua y de energía, a minimizar el consumo de productos exóticos que hay que transportar desde el otro lado del planeta y a disminuir los desechos que generamos. Los consejos de cómo hacerlo abundan en todos lados.

Leamos y hablemos más de estos temas y exijamos a quienes quieren gobernar nuestras comunidades a que nos hablen y actúen coherentemente sobre una vida más verde, sobre calentamiento global, sobre ecología y preservación del medio ambiente o como leí en estos días, apoyemos a quienes hablen menos de las próximas elecciones y más de las próximas generaciones.

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