Como ha sido costumbre desde hace varias décadas, vivimos una gran polarización política y, en consecuencia, es fácil anticipar que seguirán confrontándose “los revolucionarios” y “la oposición”. Los primeros defenderán su visión anti-capitalista y harán su máximo esfuerzo por etiquetar toda oposición como capitalismo podrido, salvaje y al servicio de los ricos y de los Estados Unidos de Norteamérica.
Lo cierto del caso es que la aspiración básica de la inmensa mayoría de venezolanos es mejorar decididamente el desempeño que ha tenido el país durante los últimos 30 años, porque lo que hemos logrado desde 1980, en realidad, apesta.
No somos el último país de la fila pero eso no nos puede consolar. Venezuela tiene que apuntar a estar entre los 3 ó 4 primeros países del continente americano dentro de 30 años y no sólo en mediciones abstractas como PIB.
Aunque no todo lo que ha pasado en el país en los últimos 30 años debe botarse a la basura, estamos reprobados en áreas tan vitales como:
.- salud, vivienda, educación y servicios públicos,
.- estabilidad y poder de la moneda,
.- empleo formal, ahorro, seguridad social, personal y jurídica,
.- diversificación de la producción nacional y auto-suficiencia,
.- diversificación de las exportaciones,
.- innovación, tecnología e industrias,
.- transparencia, probidad, orden, limpieza y civismo,
Sin ánimos de alimentar la polarización electoral, sino todo lo contrario, pienso que es indispensable observar y reconocer que tanto con el actual modelo (que ya acumula más de 12 años de práctica) como con la gestión de los 5 gobiernos previos, no se ha logrado que al menos un 80% de los venezolanos estén habilitados para crecer y progresar con prosperidad y autosuficiencia.
Se impone entonces un relanzamiento de la visión y misión de la sociedad venezolana y una revisión de nuestros valores, porque todos los responsables de lo mal que nos ha ido somos venezolanos antes que ser de izquierda, de centro o de derecha y, en consecuencia, el diagnóstico de los problemas, mil veces escrito, nos permite afirmar que más allá de la orientación ideológica del gobierno de turno, lo que sucede es que nuestro planteamiento estratégico como país está haciendo aguas.
La corrupción, la poca planificación, la falta de continuidad, el afán por una recompensa inmediata, el egoísmo y la falta de sentido de pertenencia, son algunos de los malos principios que nos han acompañado desde hace décadas.
* Teodoro Petkoff, analista político y editor del periódico Tal Cual
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