A pesar de ser un tipo bastante feliz, ocupado y optimista (así me siento), son muchas las veces que me pongo a dudar sobre si seguir mis planes en Venezuela o tomar el ejemplo de tantos amigos inteligentes, usar mi herencia europea e irme por nuevos proyectos a nuevos o viejos destinos. Un cambio de rumbo de este calibre, finalmente, sólo me distrae por 15 minutos seguidos y al minuto 16 ya me encuentro de nuevo en Caracas, revisando nuevas ideas o los objetivos más inmediatos, evaluando un nuevo proyecto, analizando los cambios del mercado o planificando cómo minimizar los riesgos de mi plan Vinotinto.
Así he vivido más de 15 años y aunque hay eventos casi diarios que me empujan a los 15 minutos europeos, por ahora, siempre llega ese minuto 16 con el aroma de un café de los Andes, el sabor del queso telita y la energía, el color y el calor de playa Corrales, de Arapo o de Pedro González.
Como creo que nos pasa a todos, con mucha frecuencia me encuentro justificando una y otra vez mis decisiones más importantes y buscando y lo que es mejor, encontrando las razones a lo que muchos de los amigos de afuera consideran una peligrosa terquedad: vivir en Caracas.
No puedo negar que hay sucesos de sucesos que me dejan sin muchos argumentos, sin embargo, no es menos cierto que estoy comenzando a ver prosperar una cantidad de cosechas que van cambiando las perspectivas de futuro de mi tierra. Como escribía en un tweet ayer, por sentirnos acorralados por esta guerra que vivimos no estamos escuchando la infinidad de melodías con que suenan tantos emprendimientos, orquestando una revolución cultural que está comenzando a vivir en Caracas y en Venezuela y que no tiene el color del tomate maduro.
Este año he comenzado a ver, escuchar y sentir (y cada día con más fuerza), un sinfín de cuentos de vida que son como una niebla creativa que ha empezado a perfumar nuestras calles, plazas, teatros, salones, casas y oficinas.
Desde Dudamel y todos sus amigos, pasando por cuartetos criollos, grupos de neo-folclor, Dj´s, bandas de todos los géneros (rock, pop-rock, ska, reggae, etc.), decenas de excelentes micros y programas de radio con presentadores y periodistas de alto calibre, múltiples obras de teatro y algunos musicales están copando, a cada hora cada día, todos los teatros o salas disponibles (las tradicionales, algunas nuevas y hasta las de viejos colegios católicos de Caracas), varias nuevas películas de cine (premiadas en América y en Europa), más y más libros de autores venezolanos y ferias de todo tipo: del libro, de tecnología, de arte, de curiosidades, de vino, de música, de gastronomía, de jóvenes diseñadores, de muebles, de antigüedades, de orquídeas, de twitteros, etc.
La movida pasa también por la aparición de no menos de 10 revistas de moda, cultura, entretenimiento, historia, decoración, farándula, chismes, salud, deporte, política y sigue con presentaciones y espectáculos en vivo en múltiples bares y restaurantes de toda Caracas, shows de comediantes (solos o en grupo), monólogos, motivadores e inspiradores, astrólogos, cine al aire libre en calles y jardines y nuevos medios web como La Patilla o RunRun.
También, como el resto del mundo, vivimos un despertar de lo verde: asociaciones, ideas y proyectos de reciclaje y de conservación, jornadas de reforestación, micros en TV y cultivadores de comida orgánica. Quesos de cabra, paté, chocolates, tomates, hierbas, quesos madurados y frescos, pimentones injertados con berenjenas y más, mucho más. Brillan a diario los cocineros, unos adolescentes y otros consagrados. Encontramos escuelas de cocina por doquier y sitios y más sitios nuevos de comida, de té, de vino, de café y paro de contar.
La onda sigue, o mejor dicho, hace años que comenzó, con franquicias venezolanas de todo tipo y de todos los ramos. En esta Venezuela que tan destruida creemos, se estrenan varios nuevos centros comerciales por año en cada ciudad importante. Qué decir de las carreras y caminatas: en los últimos 5 meses, casi todos los sábados y domingos tenemos caminatas o carreras cortas con asistencias de 1.000 o más personas a cada una: Nike, Locatel, Plumrose, Farmatodo, Gatorade, Caracas Rock, Sambil, de mascotas, de la familia y decenas de igual número de ONGs. En fin, el deporte y la salud han tomado nuestras calles y plazas.
Y hablando de salud y de belleza, han proliferado clínicas y spas en todo el país y hasta se está desarrollando el turismo asociado con tratamientos estéticos y de belleza (por ejemplo, en Margarita). ¿Turismo en Venezuela? Ajá. Ahora encuentras cientos de posadas o casas de relax en todo el país, desde los sencillos bed&breakfast hasta casonas de lujo con todas las comodidades en el medio de una selva tropical, una playa perdida o una húmeda montaña.
No te quiero aburrir pero pudiera seguir escribiendo muchos más párrafos haciendo el recuento de todas esas nuevas actividades y emprendimientos que hablan de un país que renace con terquedad en el mismo momento en que está agonizando. Sólo en radio se escuchan tres o cuatro programas diarios destinados a dar a conocer estas iniciativas.
Por supuesto que no critico a los amigos y familiares que han usando el pasaporte para cambiar de domicilio porque también podría llenar páginas con las razones que los empujaron a emigrar y que siguen aquí, sin embargo, hago esta reseña positiva porque siento que esta nueva Venezuela terminará expropiando todas estas anarquías que nos han estado volviendo locos en los años recién pasados.
Mientras Venezuela se sigue reinventando a pesar de tener todo en su contra, espero que pronto mis 15 minutos de crisis los dedique a planificar vacaciones en España, en Estados Unidos, en Costa Rica y Puerto Rico, en Suiza, en Panamá o en Australia, en Canadá, México o Argentina, en Chile, en Francia, en Brasil, en Portugal o en Colombia. En fin, en todos esos extraordinarios destinos donde se que se extraña el queso telita, las tajadas, el ají dulce, las hallacas o una cerveza bien fría a la orilla de la playa.
3 comentarios:
ESPECTACULAR tu escrito Juan!!!, desde ahora me declaro FAN de tu blog!!!... Un beso
Muy buena reflexión, sobretodo para quienes aun estamos en ese dilema.
Gracias por llevarme de viaje a Venezuela nuevamente, la verdad es que para mí no ha sido fácil salir pero me ha valido la pena, pero aun así con todas las cosas que tengo acá echo mucho de menos la gente solidaria de mi país, y no porque sean venezolanos, es que yo creo que hay que vivir allí para tener ese sentimiento, que no se encuentra en todas partes, nuevamente gracias.
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