El 18 de Octubre de 1990 me gradué de Ingeniero de la Computación en la USB de Caracas.
En los últimos 2 años de mi carrera, además de tomar las materias finales, hacer una pasantía y desarrollar y presentar mi tesis de grado, dediqué tiempo y esfuerzos al movimiento estudiantil, primero sólo dentro de la carrera de Computación y después me postulé para el cargo de representante estudiantil al Consejo Académico y fui electo.
Esto ayudó para que mis compañeros de graduación me escogieran para ser el orador en representación de los estudiantes en nuestro acto de grado.
Como se cumple 20 años de aquel acto, quise reproducir en esta entrada del blog, algunas partes de aquel discurso como un recordatorio de la fecha y para confrontar aquella interpretación de la realidad con la actual. Aquí va:
El título, que hoy merecemos, no nos hace Arquitectos, Licenciados o Ingenieros en el sentido amplio de estos calificativos. Simplemente, la Universidad nos ha enseñado a aprender. Sólo la planificación, la re-incursión en nuevos estudios, la investigación y la maduración de las destrezas adquiridas, por una parte, y, por la otra, la práctica diaria, el respeto y la ejecución de nuestros ideales y el compromiso de luchar por una sociedad más equilibrada, honesta y justa, nos permitirá acumular la experiencia, sabiduría, entereza y decisión para hacer de cada uno de nosotros un profesional integro y de Venezuela, nuestro país, una nación digna y próspera.
Hoy comienza para nosotros una nueva búsqueda y, en consecuencia, nos repetimos una y otra vez, “¿dónde están las oportunidades?”.
Asqueados de tanto desorden, improvisación y corrupción, el horizonte podría lucir obscuro y pesimista. Sin embargo, nuestras principales características: INTELIGENCIA y JUVENTUD, lucen más que suficientes para darnos la fuerza de construir, desde este momento, el país que al paso de pocos años estará bajo nuestra responsabilidad directa. Y aquí, precisamente radica nuestra más ineludible y brillante oportunidad: construir, construir y construir y reclamar de nosotros mismos lo mejor para nuestro futuro y para el de Venezuela.
La situación del país, en los últimos años, ha propiciado la fuga de nuestros profesionales a puestos de trabajo en el exterior, en busca de mejores condiciones económicas y la tan anhelada estabilidad social. Este es un importante síntoma que debe causarnos preocupación y alarma. ¿Es que acaso nuestra Universidad está invirtiendo sus recursos para formar los profesionales que necesita el país o, sencillamente, está resolviendo los graves problemas de profesionales calificados del Norte?
Ésta y otras circunstancias han ocasionado que muchos profesores valiosos, no sólo de la Universidad “Simón Bolívar”, sino de todas las universidades del país, hayan sido absorbidos en plazas de trabajo en la empresa privada nacional o extranjera. En consecuencia, desde hace algunos años, las Universidades han entrado en una tendencia peligrosa, toda vez que las cátedras se encuentra en manos de jóvenes recién egresados, que si bien es cierto que son académicamente buenos, incluso brillantes, no es menos cierto que carecen de la experiencia necesaria que debe ser transmitida a los nuevos alumnos.
Pero no tan sólo los profesores están desertando. También nosotros. Muchos de nosotros pensamos o hemos pensado en ir a “Hacer la América” a Europa o a otras latitudes. Este fenómeno no es una coincidencia y se ve alimentado día a día por la grave situación nacional y por las amplias posibilidades que ofrecen otras economías. Sin embargo, el país reclama, aunque en susurros, nuestro trabajo y nuestra mejor disposición.
La Justicia y la Educación se encuentran atascadas en un sueño profundo y son, precisamente, las más sólidas bases de una sociedad moderna, honesta y que progresa. Sin justicia persiste la impunidad, el desorden y el chantaje. Sin justicia la opinión pública queda reducida a un mar de denuncias improductivas y escandalosas que golpean día tras día la paciencia de la gente.
Sin educación no hay mañana. No hay avance. Sin educación estamos llegando a ningún lado y no vamos a ser capaces de cambiar. Venezuela realmente surgirá como el país que deseamos cuando nuestro interés y nuestras acciones apunten en una sola dirección. La misma de la Justicia y de la Educación.
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