sábado, 17 de diciembre de 2016

Economía-VE 2016: annus horribilis

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Anticipándome unos días al cierre del cuarto año de un periodo constitucional muy accidentado (el tercero de la era chavista al descontar la transición inicial de 2 años), la economía venezolana muestra los peores indicadores del último siglo.

Decrecimiento, inflación, pobreza y desequilibrios son los primeros cuatro adjetivos que pueden acompañar a los resultados de una economía que se mantiene aporreada y descontroladamente intervenida por un gobierno que desoye las críticas y desprecia cualquier enmienda, se desentiende de los indicadores macro-económicos modernos y sigue insistiendo por un camino de penitencia y asfixia a lo privado para seguir apropiándose de los medios de producción como mecanismo de control total de la sociedad.

Se estima que en estos 4 años, la población ha crecido algo más de 2%, hasta pasar de 31 millones de personas, mientras que en el mismo plazo las reservas internacionales han caído a la mitad. Es decir, que medido por las reservas, cada venezolano dispone de la mitad de lo que tenía a comienzos de 2013 (la caída es aun mayor al medir solamente las reservas líquidas). Estamos en una depresión al sumar un tercer año de retroceso del PIB. Aparentemente, este año habremos transado un 10% menos de productos y servicios que el pasado y más de un 20% menos que en 2013. Las cifras nos pueden enredar pero dicen, entre otras cosas, que la economía perdió una quinta parte de su tamaño.

He decidido no intentar reseñar sobre al endeudamiento de la república por no saber dónde consultar cifras o estimados sin embargo todo hace suponer que nuestras deudas han crecido tanto como lo han permitido nuestros nuevos prestamistas (los viejos sólo van pendientes de seguir cobrando los préstamos más viejos).

Si nos fijamos en la inflación, lo que costaba Bs. 100 a comienzos de 2013, hoy cuesta Bs. 5.210. En contraparte, el que ganaba Bs. 100, hoy gana 3.030 Bolívares, es decir que las remuneraciones por el mismo esfuerzo compran el 58% de lo que compraban hace 4 años. Otra triste evidencia de nuestra poca producción, nuestra triste productividad y de la pobreza generalizada del país, ya que no pocos millones de ciudadanos ganan apenas para cubrir gastos de alimentación. Por su parte, el costo del dinero o lo que hay que pagar por préstamos formales sigue  en torno a 30% anual cuando se estima que sólo en 2016 la inflación pasa de 600%. Una enfermedad llamada híper-inflación está en plena progresión.

Si comparamos el valor de nuestra moneda contra el del Dólar Norteamericano, en 4 años hemos visto una devaluación de 15.000% (una cifra muy difícil de tragar). En cuentas simples, el Bolívar se ha pulverizado al perder 99% del valor de intercambio que tenía a comienzos de 2013 y, en consecuencia, la moneda perdió sentido como instrumento de intermediación (ni hablar de ahorro). La evaluación empeora al analizar los problemas con el efectivo y el absurdo cono monetario que está comenzando a ser actualizado sin ninguna previsión logística.

Todo esto ha ocurrido durante un periodo en que el estado sigue sin diversificar sus ingresos, ordeña una golpeada industria petrolera que más allá de tener menor capacidad de producción, ha visto como el precio del barril perdió el 64% de su valor.

En resumen, después de los últimos 4 años hemos perdido 50% de nuestras reservas, crecieron nuestras deudas, la capacidad de compra del salario retrocedió 42%, el valor internacional del Bolívar cayó un 99% y las ventas petroleras retrocedieron, al menos, un 64%. Esto refleja una debacle en todos los indicadores y hace presumir que la pobreza y la pobreza extrema han pegado un exuberante brinco en estos cuatro años.

Viéndolo en retrospectiva, una vez más debo concluir que hacerlo tan mal sólo tiene que ser parte de un plan ya que luce imposible una equivocación de tal magnitud.

Por ahora y de cara al 2017, no se anticipa ninguna corrección de estrategias de este gobierno para enrumbar la economía en un sentido opuesto al actual, en consecuencia a menos que nuestro petróleo triplique su precio al corto plazo, en los próximos 12 meses padeceremos tanto como en el año terrible que estamos despidiendo. Va tomando sentido esa dura frase de que la economía de un país no tiene fondo y siempre puede seguir cayendo... lamentablemente.

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