El 20D, las escogencias del electorado español, en resumen, se dividieron en tres grandes bloques:
a.- 50% siguió votando a los dos grandes partidos tradicionales, PP y PSOE (Bipartido).
b.- 35% escogió las nuevas “marcas”: Podemos y Ciudadanos (Lo Nuevo).
c.- El restante 15%, votó por opciones regionales o por pequeños partidos (Regionales/Pequeños).
Hace 4 años, aplicando el mismo criterio, el 73,4% de los españoles votaron al Bipartido y 26,6%, a Regionales/Pequeños.
Simplificando el desplazamiento que acaba de experimentar la preferencia del elector español con respecto a 2011, Lo Nuevo se nutrió en un 65% del Bipartido y en 35% de los Regionales/Pequeños pero visto de otra manera, el Bipartido perdió un 31% de sus votantes pero hasta 45% fue la pérdida de los Regionales/Pequeños.
Aunque con seguridad lo que sucedió es mucho más complejo de resumir, me parece lógico suponer que por la definición, principios y el corto quehacer de Podemos y Ciudadanos, los primeros se nutrieron de votos tradicionales de los Regionales/Pequeños y del PSOE y que Ciudadanos recibió, fundamentalmente, el apoyo de votantes que antes habían escogido al PP.
Jugando a construir un casi imposible y simplificado escenario en el que las viejas formaciones desaparecen hasta que en una futura foto de la política española solo quedan Podemos y Ciudadanos, algo más de la mitad seguiría a Podemos y el resto a Ciudadanos. Este ingenuo escenario solo lo retrato para concluir que aunque en principio una potencial mayoría de Podemos hoy parece algo mayor que una de Ciudadanos, las barreras para que Podamos consolide un voto atomizado y subdividido parecen mayores que las de Ciudadanos para tragarse al votante del PP.
Desde ya y en los años por venir, ahora que Los Nuevos dejaron de serlo y que comenzaran a ser evaluados por hechos y gestión concreta dentro del sistema (a nivel nacional, autonómico y municipal), se abre un interesante periodo en el que les veremos intentar seguir atrayendo votantes de las formaciones tradicionales pero sin la frescura del estreno electoral que acaban de disfrutar.
El PSOE tiene una tarea inmensa porque su moderación o centrismo competirá con la agresividad de una izquierda más radical y nacionalista, aunque está por verse si ésta será la opción que mayoritariamente busque España (y Europa) en futuras elecciones.
Por su parte, pareciera que si el PP no se moderniza con velocidad oportuna y demuestra un combate frontal y creíble contra la corrupción, podría seguir cediendo votantes a Ciudadanos a pasos agigantados.
Es posible que España haya comenzado un cambio de ciclo a partir de la descomposición irreversible del status quo pero también es posible que la crisis que Podemos y Ciudadanos han mostrado al viejo espectro político, haga que algunos reaccionen correctamente, asuman la nueva realidad y terminen fortaleciéndose.
Todo por verse y suceder. Lo del 20D ha sido la decisión de la gente, así como el status quo también lo fue.
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